El referéndum de autodeterminación se ha convertido, una vez más, en el sambenito de moda de un procés que empezaba a remitir hasta que Pedro Sánchez le dio alas. Repetimos: Sánchez no ha solucionado el problema catalán: lo ha enquistado.

La última semana ha venido marcada por un Pere Aragonés que ha solicitado al PSOE un referéndum de autodeterminación. Electoralmente, el PSOE no puede permitirse un referéndum, aunque si Pedro Sánchez continuara necesitando los votos de ERC y Junts... entonces seguro que sí. 

Ahora bien, yendo al fondo de la cuestión: ¿por qué es injusto? Pues porque no votan todos los españoles. No sólo los catalanes deben votar sobre si se van o se quedan, sino los españoles, a los que se les quita un trozo de su nación, deben votar si aceptan o rechazan la independencia de una parte de su mapa. 

Y por supuesto, todo referéndum debe dejar claro su plazo de caducidad, porque ya se sabe que en referendos de autodeterminación cinco noes tienen vuelta atrás, pero un sólo sí, no la tiene.

¿Un referéndum sobre la independencia de Cataluña? De acuerdo: que voten todos los españoles.