El valor del tiempo es raro. Es cierto que físicamente se descompone en fracciones medibles. Sin embargo, la percepción es subjetiva según nuestras necesidades o los anhelos de la vida. Como todos lo hemos comprobado no abundaré más en ello. Sin embargo hay otro tiempo que es el tiempo de los tiempos. Una forma de medir nuestra estancia en la vida que curiosamente también comprobaremos todos según en qué momento nos encontremos de ella. Tres etapas de la vida que mucho tienen que ver con los períodos del Evangelio de la vida pública de Cristo. Me explicaré, aunque aviso que mi exposición es personal y por lo tanto no vinculante con los eruditos y estudiosos de las Sagradas Escrituras.

De la vida pública de Jesucristo considero tres bloques que se van formando según avanza el tiempo y de cómo su relación se define más entre sus contemporáneos, que por supuesto están incluidos los más cercanos, los que le querían o admiraban y por supuesto sus detractores, por muchas razones que conocemos, de rango político, religioso y social.

La primera etapa es desde cuando se da a conocer en las bodas de Caná, que aunque lo hace un poco empujado por su madre, la Virgen María, lo hace ni más ni menos que con el mejor vino que se bebió hasta entonces en toda Galilea. Realmente se trata de una magnífica manera de entrar en sociedad. Sin duda esa forma de darse a conocer marcó la pauta de esta primera parte. Una etapa feliz, donde la gente despierta ante un gran profeta que habla de cómo ser feliz -el Reino de Dios-; que da de comer de mil en mil y sin contar a mujeres ni a niños; que cura a los enfermos de sus dolencias y que se abre a todos tal cual es, sin disimular su realidad como persona, como el vecino de toda la vida, el nazareno, solo el hijo de José y María.

Esta etapa en nuestras vidas se corresponde a nuestra primera juventud donde los vientos parece que van nuestro favor: la energía vital, el descubrimiento de la intelectualidad, nuestros primeros éxitos en el trabajo y en el amor. Una etapa sin duda llena de optimismo y esperanza que nos lleva a abrir vías de vida allá a dónde vayamos, y por supuesto dispuestos a ir a donde haga falta.

Esta etapa corresponde al final de la juventud y principio de la madurez. Cuando los problemas no dependen de nuestras decisiones personales; cuando los hijos también opinan; cuando el trabajo se convierte en una necesidad y no sólo es un deseo; cuando las primeras preguntas de conciencia nos convocan frente a Dios y los demás

La segunda etapa de la vida pública de Jesús cambia. Su manera de dirigirse al pueblo comienza a ser más selectiva, las parábolas entran en acción y parece que el señor busca compromisos personales, a aquellos que se esfuercen por entender que la salvación del mundo no bastará con decir «SeñorSeñor', para entrar en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo». (San Mateo 7,21.24-27). La etapa en la que los enfrentamientos personales con fariseos, escribas y saduceos entran en una dinámica que va en ascenso; donde las primeras amenazas por deshacerse del Maestro son cada vez menos veladas; llegan los milagros más aparatosos como con los endemoniados o aquellos que se producen no sólo por deseo del Señor sino por la fe operativa de quien los pide, como la mujer del flujo de sangre, el centurión romano o la resurrección de la hija de Jairo…

Esta etapa corresponde al final de la juventud y principio de la madurez. Cuando los problemas no dependen de nuestras decisiones personales; cuando los hijos también opinan; cuando el trabajo se convierte en una necesidad y no sólo es un deseo; cuando las primeras preguntas de conciencia nos convocan frente a Dios y los demás; las fuerzas fiscas todavía son relevantes pero el cansancio es más propicio, especialmente el intelectual; cuando tenemos memoria de nuestra vida pasada como algo que realmente ya no volverá y solo nos queda mirar hacia adelante.

En la tercera etapa se fragua la necesaria tragedia. El Señor habla con claridad de su muerte a sus discípulos. Judas está moviendo ficha desde hace tiempo y Pedro se encara al Señor por primera vez, es decir, vendrán al menos dos más. Funda su Iglesia y habla de cuando él vuelva de nuevo. Da lugar la Transfiguración como una pista material de la sobrenaturalidad de Cristo. Manda preparar la Última Cena con un cuidado especial, con órdenes precisas. Hace su entrada triunfal en borrico, que más bien parece que está diciendo a sus verdugos «Hola, ya estoy aquí, venid cuando queráis»; a los discípulos les deja el legado más importante: Servir a los demás siendo su servidor -como hizo lavándoles los pies- y el amor fraterno como moneda de cambio en un mundo hostil. Luego llega la captura, las bofetadas, las risotadas de los criados y Herodes. Después el miedo de Pilatos a la verdad, y por fin la cruz, la muerte, la soledad.

Los que no hemos llegado a esa edad, todavía no somos conscientes. Lo vemos en nuestros padres, en los ancianos y en los hospitales, pero todavía no somos nosotros. Sin embargo, los que ya están en esas, sólo tienen dos caminos cada vez más juntos el uno del otro. La puerta es angosta: ser de/para Dios o aborrecerlo. Sólo cabe una forma de encarar la muerte, porque «ningún siervo puede servir a dos señores, porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas». Lucas 16:13

Y fuera de nuestras capacidades, aun hay una cuarta etapa que tendremos todavía que desvelar: la resurrección y la Gloria, que a diferencia de las otras tres, esta la compartiremos en tiempo real con Cristo… ¡O no!

Tiempo y Eternidad (Bendita María) José́ Luis Solano Gutiérrez. Se trata de una reflexión filosófica científica y teológica sobre una de las cuestiones más fundamentales del pensamiento humano: el tiempo. El tiempo es una realidad que nos circunda, que nos envuelve y que nos hace tomar conciencia de lo fugaz y pueril que es nuestra existencia.

Católicos en tiempos de confusión (Encuentro) Fernando García de Cortazar. «Nuestra actual crisis ha sacado a la luz la indefensión de una sociedad que creyó posible olvidarse de sus propios fundamentos éticos y ha hecho ver con claridad las actitudes irresponsables, la frivolidad con la que se ha manejado una preciosa herencia nacional y el absurdo de un anticatolicismo disfrazado de laicidad. Somos la única civilización que se avergüenza de sí misma, somos la única nación que renuncia a su historia». (de la sinopsis del libro).

El enigma cuántico. Descubriendo la clave oculta (Sekotia) Wolfgang Smith. Una novedad verdaderamente interesante, especialmente para los matemáticos, físicos, filósofos y pensadores que dan vueltas a la idea de magnitud cuántica, es decir el valor abstracto de los números cuánticos versus el valor real de los números cuánticos. El autor es un físico cuántico y matemático converso que la idea de pensar en un Dios posible le llevó a descifrar el enigma que envuelve esos misteriosos espacios que sabiendo que existen nadie les encuentra utilidad práctica. ¡Adelante con él si se atreve!