El terrible terremoto que tuvo lugar ayer lunes entre Turquía y Siria ha dejado ya más de 5.000 muertos y unos 25.000 heridos entre ambos países. Aunque la peor parte se la ha llevado Turquía, con unos 3.500 fallecidos. El presidente Erdogan decretó siete días de luto nacional y este martes declaró tres meses de estado de emergencia en 10 ciudades afectadas por el seísmo.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), unos 23 millones de personas han podido verse afectadas. 

La buena noticia es que, por el momento, más de 8.000 personas han podido ser rescatadas con vida. 

Poco a poco comienza a llegar ayuda internacional. Desde España, la Unidad Militar de Emergencias (UME) se a a desplazar hasta el lugar del siniestro. Al igual que el Equipo de Respuesta Inmediata de la Comunidad de Madrid (ERICAM).

En declaraciones a Vaticanews, monseñor Antoine Audo, obispo de Alepo de los Caldeos, señaló: “Estábamos en el tercer piso, el miedo era enorme y ahora toda la gente está en la calle, con frío y bajo la lluvia”. “No estamos acostumbrados a este tipo de sucesos, es la primera vez que veo algo así en Alepo”, dice mientras suenan las sirenas de los coches de rescate. 

"Esta noche dormiremos a la entrada del obispado o en otro lugar, ya veremos qué hacer. Hay mucho miedo, hay daños por todas partes, incluso en la catedral. Las bibliotecas están destruidas, las casas se han derrumbado: es una situación apocalíptica". El obispo habla de otras personas que han conseguido salvarse, a pesar de que "la mitad de sus edificios se han derrumbado". "Hay mucha gente en sus coches, todo el mundo tiene el móvil en la mano e intenta comunicarse. La situación es muy triste y ahora necesitamos vehículos de socorro, electricidad. Este es el problema", concluye Antoine Audo.

Por su parte, el obispo Paolo Bizzeti, vicario apostólico de Anatolia, explicaba: ”Los teléfonos móviles se están agotando, pero por ahora estamos en contacto permanente”. "Aquí hay cientos de muertos, pero en la zona del epicentro estamos hablando de miles de personas que han perdido la vida. Sé que se ha derrumbado un hospital, otro está fuera de uso, hay más de doscientas casas derrumbadas y es difícil llegar a esos lugares”. El problema es, pues, prestar ayuda a quienes están bajo los escombros.