Comenzamos esta crónica semanal sobre cristianos perseguidos en Sudán del Sur, donde, por dejar el islam para aceptar a Cristo, una joven madre fue encadenada en su casa, sometida a descargas eléctricas en un hospital psiquiátrico y perdió a sus hijos, dijo una fuente local a Christian Post

Awatif Abdalla Kaki, una madre de cuatro hijos de 27 años en Omdurman, se convirtió al cristianismo el 27 de enero después de que un pariente le contara sobre la salvación a través de la fe en Cristo, dijo la fuente, cuya identidad se oculta por razones de seguridad.

Su esposo trató de obligarla a renunciar a su fe encadenando sus piernas y apretando las cadenas. Luego de afirmar que estaba loca, la llevó a la fuerza a un hospital psiquiátrico, donde recibió una inyección no identificada y descargas eléctricas en contra de su voluntad, dijo la fuente.

Las piernas de Abdalla resultaron heridas por las cadenas, y aunque su esposo ha llevado a sus hijos a la casa de sus padres para vivir con él, mantiene una gran influencia en su familia y sigue siendo una amenaza, dijo la fuente. El mayor de sus cuatro hijos tiene 8 años.

“Ella continúa viviendo con angustia mental”, dijo la fuente, y agregó que sus padres y hermanos son todos musulmanes y creen que sufre una enfermedad mental por creer en Cristo. “Temo por su seguridad y rezo para que pueda conseguir un refugio fuera de su casa para que tenga tranquilidad y pueda crecer en su nueva fe”.

Los agentes impidieron a los fieles presentes abandonar el edificio, diciendo que eso no sería posible hasta que las religiosas firmaran el documento que las declaraba culpables

Nos vamos ahora a Kirguistán, donde, en la parroquia de San Nicolás, en Talas, se estaba celebrando la Eucaristía el pasado 26 de marzo cuando de pronto ingresaron los agentes del orden local para multar a una religiosa por haber leído una de las lecturas de la Misa, informó Fides.

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Unos agentes de policía y del Comité Estatal para la Seguridad Nacional entraron en la iglesia parroquial católica de Talas y multaron con 90 dólares a la hermana Daniela Činčilova, ciudadana eslovaca de la Congregación de las Hermanas Franciscanas de la Enseñanza, siguiendo un procedimiento penal en virtud del Art. 142 ("Violación de la legislación sobre libertad religiosa y sobre las organizaciones religiosas") del Código Penal de la República. 

Según las autoridades que ordenaron la intervención de la policía, las religiosas son responsables de predicar ilegalmente el catolicismo entre los habitantes de Talas sin autorización de la Comisión Estatal de Asuntos Religiosos. Los agentes impidieron a los fieles presentes abandonar el edificio, diciendo que eso no sería posible hasta que las religiosas firmaran el documento que las declaraba culpables, reteniéndolas en la iglesia durante una hora y media aproximadamente, añade Fides

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En la actualidad, varios miles de católicos viven en Kirguistán, país de mayoría musulmana, de los cuales unos 500 asisten asiduamente a las nueve parroquias de la república. Las tres iglesias principales se encuentran en Biškek, Jalal-Abad y Talas. 

El de Hoorab no es, de hecho, el único caso de abuso, secuestro y conversión forzada de mujeres jóvenes, como explicó la defensora de los derechos humanos Lala Robin Daniel

Y en Pakistán, tres meses después de su secuestro, Hoorab Masih, una niña cristiana de 13 años, fue localizada y la justicia intervino para que pueda volver a casa. La joven había sido secuestrada a finales de diciembre y convertida por la fuerza al islam por su captor, Muhammad Usman, un comerciante musulmán de la localidad de Chak 7, cerca de Faisalabad (en Punjab). Tras ser interrogada por los magistrados, Hoorab pudo finalmente reencontrarse con su padre, Basharat, y sus hermanos, informa Asia News

A raíz de este caso, muchos activistas de derechos humanos volvieron a presionar al gobierno para que promulgue leyes que castiguen los intentos de conversión forzada perpetrados contra minorías religiosas, y para que se modifique la Ley de Matrimonio Infantil, que data de 1929. El objetivo es elevar a 18 años la edad mínima para contraer matrimonio -tanto para niños como para niñas- y declarar nulas las uniones con menores. El de Hoorab no es, de hecho, el único caso de abuso, secuestro y conversión forzada de mujeres jóvenes, como explicó la defensora de los derechos humanos Lala Robin Daniel.

El presidente de la organización Voice for Justice, Joseph Jansen, llamó la atención sobre la necesidad de condenar abiertamente estos delitos de coacción, ya que afectan a jóvenes menores de edad que no tienen capacidad para tomar esas decisiones por sí mismas. La activista Aneel Edger también señaló que la inacción institucional permite a los autores quedar impunes: en el caso de Hoorab Masih, se perdió el rastro de la joven debido a las fallas en la búsqueda policial.