Empecemos por el final. La verdad se cuida por sí sola, no necesita verificadores, por la sencilla razón de que la mentira tiene las patas cortas. Por contra, el pensamiento veraz y libre sí que debe ser defendido contra el venenoso pensamiento único, a cuyo servicio están los llamados verificadores. Y esta tarea, me temo, es urgente. Nombres de los acusados: Newtral, Maldita, RTVE, EFE, Facebook, Google, el propio Gobierno Sánchez,  y toda la Galaxia George Soros, quien, en España, por ejemplo, financia a Maldita. 

Otra nota paralela a la actual crisis del periodismo: el buen periodista no es el que narra lo que ocurrió ayer, para eso bastan los becarios, sino aquel que nos dice qué significa lo que ocurrió ayer. Mejor, buen periodista no es el que cuenta lo que ha pasado sino el que narra lo que está pasando.

En periodismo todo huele a noticia obituaria”, decía Chesterton, y ponía ejemplos: “El Daily exprés me dirá que el Zar ha muerto pero no podrá decirme con certidumbre si está todavía vivo o si es personalidad activa que se impone en Rusia”.

Maldita, Newtral y demás verificadores son los arietes del pensamiento único global. Su objetivo: no marginar, sino encarcelar al disidente

Y si lo hiciera, añado yo, nos toparíamos con el Janli Cebrián de turno, dictaminando, con brillante ironía, la mayor necedad del periodismo actual: “los hechos son sagrados y las opiniones libres pero algunos se empeñan en considerar los hechos libres y las opiniones sagradas”. Pues ojalá se consideraran sagradas también las opiniones. Es ahí, no en los hechos, donde nos jugamos la libertad.

Pero volvamos a los verificadores. Maldita, Newtral y compañía responden, como muñecos teledirigidos, a los dictados del Nuevo Orden Mundial (NOM), ahora calificados como globócratas (aunque creo que eso es un error) y no critican los errores en los hechos, entre otras cosas porque, como he dicho antes, la verdad se define sola y la mentira tiene las patas cortas. Lo que critican es lo que ellos llaman opiniones, mismamente las que no les gustan. Por ejemplo, las que reflejan convicciones cristianas

Lo que los verificadores llaman opiniones, y lo llaman con desprecio, no es otra cosa que la interpretación de esos hechos, interpretación sin la que no se puede extraer conclusión alguna. 

La cosmovisión más censurada de todas en la prensa actual, tanto en el este como en el oeste, tanto en el norte como en el sur, es la cristiana

En resumen, los verificadores son esclavos del poder para establecer un pensamiento único que, naturalmente no es pensamiento libre y que en esta etapa histórica se define en negativo. El pensamiento único no es más que pensamiento anticristiano y, en concreto, cristófobo, de verdadero odio a Cristo.

Los verificadores operan, además, según la retorcida filosofía de los delitos de odio, donde es el acusado, y amenazado con pena de hasta cuatro años de cárcel, quien debe demostrar que es inocente, que no odia a sus acusados por ser mujer, negro (esto sería odio, son afrodescendientes o subsaharianos), homsosexual o cualquier otro del nuevo decálogo de pensamiento único que impone el NOM. 

Es decir, que los verificadores nos han hecho pasar del derecho civil al penal. Ahora la discrepancia está condenada con penas de cárcel. Menos mal que somos una democracia.