El sacerdote católico Apollinaire Cibaka Cikongo, rector de la Universidad de Mbujimayi en la República Democrática del Congo (RDC), ha sido entrevistado en EWTN Vaticano, entrevista recogida por CNA e Infocatólica

En la citada entrevista, el sacerdote ha denunciado el «silencio general» en materia de abortos en África, un silencio, a su juicio, “aterrador”, «incluso dentro de la Iglesia».

Y puso este ejemplo: «Recientemente se publicó un artículo en la prensa de la ONU en el que se afirmaba que más de 200 mujeres recibieron atención abortiva entre el 11 de abril y el 11 de mayo». «Esto significa que más de 200 niños fueron asesinados sólo en una región». «Hay un debate social sobre estos temas, pero prevalece una cultura que se aprovecha del silencio general». «Por ejemplo, ha habido 200 niños que fueron abortados, y no he oído a la Iglesia decir nada al respecto. A veces hay un silencio aterrador».

Cikongo dijo que el silencio se extiende a las clínicas médicas, que promueven el uso del aborto y los anticonceptivos a las mujeres en África, incluso donde sirve el personal de la Iglesia: «He sido testigo de situaciones en las que en la farmacia de un hospital hay una religiosa con carteles promoviendo programas de anticoncepción y aborto».

«A veces es por ignorancia, pero muchas veces se hace de buena fe o con complicidad porque estos programas están financiados». «Si quieren que su hospital reciba subvenciones, tienen que aceptar ayudas que incluyan la anticoncepción y el aborto», explicó el sacerdote. 

A veces es por ignorancia, pero muchas veces se hace de buena fe o con complicidad porque estos programas están financiados

El sacerdote relató además: «Incluso en los pueblos más remotos, puedes encontrar centros de salud sin microscopios pero con preservativos y píldoras anticonceptivas, centrados en luchar contra la vida en lugar de identificar las enfermedades que tiene la gente». 

Para Cikongo, parte de la solución es promover la dignidad de la vida humana mediante la traducción, a las lenguas locales, de la encíclica Humanae Vitae (1968). «Es un pequeño folleto que nos permitirá difundir el mensaje porque Humane Vitae se corresponde con nuestra cultura».
«Cuando hablo con una anciana de un pueblo sobre Humanae Vitae, se siente identificada porque así es como fue educada».

Cikongo continuó advirtiendo: «Con las nuevas generaciones y la influencia de los medios de comunicación, si no despertamos, tendremos una sociedad corrompida por la cultura de la muerte y la destrucción de la sexualidad y la relación entre un hombre y una mujer». «Reafirmamos nuestros puntos de vista frente a la presión. El valor de la sexualidad y el valor de abrazar la vida son cruciales. Son cosas que debemos aprender de Humanae Vitae».

Esto de tratar de imponer la cultura de la muerte recuerda a lo que recogió Hispanidad de C-Fam: 22 países pequeños impidieron la perversión de menores, impulsada por EEUU, en un documento de la ONU: masturbación, transexualismo, aborto, anticoncepción… Y muchos de esos 22 países eran africanos, como Argelia, Camerún, República Democrática del Congo, Egipto, Eritrea, Etiopía, Gambia, Mali, Mauritania, Nigeria, Senegal, Uganda y Zimbabue. 

Otro ejemplo: en Burkina Faso, la iglesia católica se propuso explicar a las mujeres la realidad del aborto químico cuando la empresa Gynuity Health Projects, tras varios intentos fallidos de probar la eficacia de fármacos abortivos en mujeres en EEUU, eligió a Bese país africano para realizar nuevos estudios y probar los químicos con niños no nacidos de entre 12 y 22 semanas.