En un articulito de hace más de un siglo, Gilbert Chesterton escribía algo que ahora, en 2024, se convierte en patente actualidad.

"En el momento en que nos pongamos de acuerdo en que todos nosotros somos sinvergüenzas, podremos empezar a hablar como hombres honrados". Creo, aunque no estoy seguro, que ningún diputado español, ni de izquierdas ni de derechas, ha pronunciado algo parecido a esto. 

Crispación, polarización e 'idiotización'... mayormente colectiva 

Pero aún hay más ciencia oculta en este artículo chestertoniano de 1908, cuando el autor compara la teoría cristiana con ese puritanismo anticorrupción que ahora, 116 años después, campea en España. Escuchen a Don Gilbert: "El argumento más fuerte a favor del cristianismo es que aquellos que condenan los pecados también tienen que confesarlos". La pregunta es: ¿se habría lanzado Sánchez contra Ayuso con la saña con que lo ha hecho, si él, 'motu proprio', confesara los casos de corrupción propios y los de su partido? ¿En serio?

Si todos dijéramos que éramos lo que somos, unos sinvergüenzas, podríamos empezar a hablar como gente honrada

De hecho, sentencia don Gilbert, "La Iglesia no se caracteriza por haber hecho cosas malas, sino por haberlas admitido".

Mientras tanto, en España, a broncas con la corrupción, presunta y real y al grito de 'Y tú más'. 

La Iglesia no se caracteriza por haber hecho cosas malas, sino por haberlas admitido

Necesitamos acabar con la corrupción, desde luego. Pero, sobre todo, tenemos que acabar con el puritanismo.

Ya saben, lo del chiste del hombre que cae desde la planta cuarenta. A la altura de la veinte, alguien le pregunta qué tal va y él responde: "Por ahora bien, por ahora bien". Como España, por ahora bien.