Más muertos en Canarias. Hasta batir todo los récords del siglo XXI. La verdad es que tan sólo llevamos una quinta parte de la actual centuria pero, en cualquier cosa, la consigna imperante, que los periodistas hemos asimilado de la forma más acrítica que recuerdo en 40 años de profesión, puede resumirse así: Todos vosotros vais a morir. Y encima, no sabréis por qué. Estáis condenados.

Porque el titular del diario canario La Provincia, hasta hace no muchos años, hubiese sido puesto en interdicto en cualquier redacción periodística o, mucho más importante, hubiera exigido que los plumíferos investigaran más acerca de las razones de esas muertes. Si fueran por un estallido de gripe, aunque preocupante, no se hubiera nublado la razón de nadie.

No se hubiera producido, por ejemplo, el fenómeno, terriblemente actual, del miedo al miedo. La humanidad siempre ha tenido miedo, en una época de la guerra, en otras, del hambre, en otras, de los piratas vikingos. Pero lo especial de esta sociedad es el miedo al miedo, el miedo por causas desconocidas o, al menos, nebulosas.

Pero, en cualquier caso, el titular de La Provincia no es de recibo. Obedece a un estado anímico, colectivo, en el que cualquier chorrada es creíble, incluso elevada a la categoría de científica.

Y lo más tenebroso es lo otro: todos vais a morir. Hombre ya lo sabíamos, pero la muerte, en la historia cristiana, siempre ha corrido paralela a la esperanza en la resurrección. Ahora no.

¿Y el miedo al miedo puede ser real? No, el miedo al miedo sólo es paralizante. Cuando una sociedad tiene claros sus miedos, actúa. Cuando sólo teme, se paraliza. 

¿Qué falta? ¿Lo de siempre? Cristo. Cuando confías en Dios lo primero que pierdes es el miedo.