Para que nadie se despiste: la pornografía es mala en sí misma, independientemente de si se consume poco, mucho o nada, y de la edad del consumidor. No por ser mayor de edad ver porno pasa a ser algo bueno, ni siquiera indiferente. Y es mala en sí misma porque daña el alma de la persona que la consume además de, por supuesto, a la que la protagoniza.

Pues bien, ahora parece que la progresía -¡abajo los curas, arriba las faldas!- se está dando cuenta de que, efectivamente, la pornografía es mala. Ahora bien, como hablar de moral es retrógrado y un pelín fascista, se han fijado en las peligrosas consecuencias que tiene su consumo excesivo, tanto en el cerebro como en el comportamiento social y afectivo de la persona, que en algunos casos desemboca en depresión, incluso en el suicidio.

Son casos extremos, efectivamente, pero cada vez más numerosos porque actualmente es mucho más sencillo -y mucho más peligroso- ver un vídeo porno que fumarse un Ducados que, por cierto, puede ser motivo de sanción.

Durante un encuentro con jóvenes, en Roma, el Papa Francisco habló de la pornografía como “la comercialización más burda del amor”, según informa Aciprensa. El día anterior, el Santo Padre estuvo con Martha Lilia López y Juan Carlos Salas, la productora y el director de ‘Dark addiction’ (Oscura adicción), el primer documental que “aborda la cuestión desde el cuerpo, la mente y el espíritu”, afirmó Salas a Aciprensa.

En definitiva, y para resumir: la pornografía es uno de los instrumentos preferidos del demonio para lograr su único objetivo: la condenación de las almas. Y el sexo es uno de los instintos más fuertes del ser humano y uno de los más fáciles de manipular.

Y lo mismo que ha sucedido con la pornografía, tal vez suceda con el mundo Drag Queen. De momento, hemos conocido que el Pentágono canceló un espectáculo Drag previsto el 1 de junio en una base aérea. A ver si va a resultar que el sexualismo radical tampoco es buena para el Ejército.