En Pakistán, los cristianos sufren persecución y condenas a muerte por acusaciones de blasfemia contra el islam
Comenzamos esta crónica semanal sobre cristianos perseguidos en Pakistán, donde una familia cristiana sufre la persecución de sus vecinos musulmanes desde hace más de seis meses y lograron obtener la intervención de un tribunal, solo después de pedir ayuda a la Human Organización Rights Focus Pakistan, informa Asia News.
Durante todo el otoño Akbar Ali y sus secuaces acusaron a la familia de Rifat Rani de delitos falsos (el hijo y el yerno fueron acusados de violar a la hija de Ali), secuestraron y torturaron a uno de los miembros de la familia y le prendieron fuego a su casa mientras estaban dentro.
Entonces la viuda cristiana decidió recurrir a HRFP, visto que las anteriores denuncias a la policía no habían servido de nada. El 28 de diciembre, al día siguiente del incendio de la casa de los cristianos, HRFP logró que el caso quedara registrado en la policía. La primera audiencia fue el 2 de febrero, pero se aplazó hasta el 9 de febrero porque Akbar Ali se presentó sin abogado.
Naveed Walter, presidente de la organización que brinda asistencia legal a la familia, condenó la situación: "Hay una tremenda necesidad de modificar las leyes actuales para que todos puedan tener la misma protección, que debe estar basada en la igualdad de credo y religión", explicó a AsiaNews.
La diócesis de Kafanchan da las gracias a los fieles que han ofrecido oraciones por la liberación del sacerdote
Nos vamos a Nigeria, donde don Joseph Danjuma Shekari, el sacerdote nigeriano secuestrado en la noche del domingo 6 de febrero, ha sido liberado. Según el comunicado de la diócesis de Kafanchan, recibido por la Agencia Fides, don Shekari fue liberado el 7 de febrero, alrededor de las 10.30 horas (hora local).
Don Joseph Danjuma Shekari, párroco de la iglesia de Santa Mónica en Ikulu Fari, en Chawai, en el área de gobierno local de Kauru, en el estado de Kaduna, en el centro-norte de Nigeria, había sido secuestrado hacia las 23:30 horas del domingo 6 de febrero por hombres armados que habían asaltado la casa parroquial. El cocinero de la casa parroquial murió en el ataque.
En el comunicado, la diócesis de Kafanchan da las gracias a los fieles que han ofrecido oraciones por la liberación del sacerdote y pide a los sacerdotes de la diócesis que celebren misas de sufragio por el cocinero asesinado y de acción de gracias por la liberación del padre Shekari.
El estado de Kaduna es una de las zonas de Nigeria afectadas por la ola de violencia que ha sembrado la muerte y la destrucción en las últimas semanas. Durante años, el centro y el noroeste de Nigeria han sido escenario de bandas criminales que asaltan aldeas, roban ganado, saquean y matan a la gente. El domingo 31 de enero, once personas murieron en un asalto a la aldea de Kurmin Masara, en el área de gobierno local de Zangon Kataf.
Querían poner a prueba mi fe. Para ellos, en Malí, sólo debe existir el islam
Y terminamos con el testimonio de la hermana Gloria Cecilia Narváez, que estuvo más de cuatro años secuestrada a manos de grupos yihadistas en Burkina Faso. Era un 7 de febrero de 2017 cuando un grupo de hombres armados irrumpió en la casa de las Hermanas de María Inmaculada en Karangasso, y tomaron como rehén a esta monja colombiana.
En octubre de 2021 fue finalmente liberada y ha podido por fin regresar a Colombia para descansar junto a su familia. Antes, en un encuentro con el cardenal Tagle, explicaba para la Agencia Fides sus experiencias en este tiempo de cautiverio.
“Querían poner a prueba mi fe. Para ellos, en Malí, sólo debe existir el islam. También creo que había problemas entre ellos que retrasaban mi liberación”. “En general los grupos me humillaban mucho, me insultaban de forma ofensiva y dura por mi religión o por ser mujer. Pero entre ellos también vi que había gente buena que quería liberarme para que no corriera tanto peligro”.
“Por las mañanas rezaba mientras contemplaba el amanecer en el desierto, algo maravilloso, sentía el viento, a veces violento y a veces suave, que se levanta de la arena. Solía escribir cartas a Dios, con trozos de carbón, expresando mi total e ilimitada confianza en Él. Recogía leña para calentar la poca agua que me daban cada día para preparar el té. Rezaba por la libertad de los numerosos rehenes en todo el mundo y pensaba en el sufrimiento de tantas personas que mueren de hambre. Volvieron a pasar por mi mente, todos los momentos de mi vida, desde el camino recorrido con las hermanas de mi Congregación, mi familia, mi vida como religiosa y la respuesta que estaba dando a la voluntad de Dios. Mi oración era también por los grupos que me tenían secuestrada, por cada uno de ellos. Cuando era el momento de trasladarnos a otro lugar me dedicaba a limpiar el campo".
“Ha sido una experiencia de fe profunda, de reafirmarme en Dios, de aumentar mi confianza en Él aceptando todo tipo de humillaciones y vejaciones para crecer y vivir lo que decía nuestra Fundadora, la Beata Madre Caridad Brader Zahner: 'callar para que Dios nos defienda'. Al mismo tiempo, ha sido una oportunidad para vivir el respeto a otras religiones, en este caso la suya, y me acordé de la encíclica del Papa Benedicto XVI Deus Caritas est, que habla del respeto a la libertad religiosa y de cómo los cristianos debemos ser mensajeros de paz y reconciliación con nuestras actitudes.
“Si Dios me concede la salud, seguiré siendo misionera, cerca de los más pobres y necesitados, seguiré elevando a Dios mi oración de eterna gratitud, pero más encarnada en el sufrimiento de las personas privadas de libertad, de los que tienen hambre y sed. Seguiré rezando por la paz en tantos países en guerra. Por el Santo Padre Francisco, los sacerdotes, los religiosos y las religiosas de todo el mundo, para que tengamos el valor de dar la vida por los que sufren. Esta experiencia me lleva a ver la vida como una tarea para crear una hermandad universal. No para encerrarnos en nosotros mismos, sino para ser portadores de esperanza y testigos de nuestra vida de fe. No es necesario hacer muchas cosas, sino dar un testimonio de fe, de escucha, valorar a todos los que nos necesitan, a los mayores por toda su sabiduría y por lo que han aportado, a los jóvenes por su valor y profecía. Debemos seguir pidiendo a Dios que suscite vocaciones buenas y santas para la Iglesia que puedan llegar a lugares lejanos donde casi nadie va. Como decía nuestra Fundadora: Dios no se deja superar en generosidad y no debemos olvidar las buenas obras que la Congregación tiene en sus manos; los pobres y mucha caridad y fraternidad con todos. Lo que significa dar la vida por otro.