La llegada de los españoles a América, en 'Apocalypto' de Mel Gibson (2006)
San Pedro murió crucificado cabeza abajo. Ese debe ser el motivo por el que tantos aseguran que siempre hay alguien patas arriba en el Vaticano.
Pero tanto en la Iglesia como en el mundo, creo que son pocos los aún no convencidos de que no vivimos en una era de cambios sino en un cambio de era, que no estamos en un ritmo bajo del ciclo sino en un cambio de ciclo. Hablo de creyentes y de no creyentes. Sí, de estos últimos no estoy seguro de si hay pocos o muchos en la Iglesia, tengo que pensarlo.
Este sentir está tan generalizado, me temo, que quien no viva según este principio lo va a pasar mal... o que no está en la realidad.
Es cierto que esta sociedad no aguantará mucho más, que está condenada a morir... pero los católicos tenemos un Dios que sabe cómo salir del sepulcro
Esta sensación general se desarrolla en un ambiente extraordinariamente democrático, pues afecta a todas las ideologías y a todas las clases sociales pero conviene aplicarle un matiz: no se acaba el mundo, lo que se acaba es este mundo, que no es lo mismo.
¿Qué hay que hacer? Ni minusvalorar el peligro ni detener el proceso que describen el capítulo 24 de San Mateo y el 13 de San Marcos. A riesgo de repetirme más que el pepino, insisto en que lo que hay que hacer es dejar de darle vueltas a la cabeza y seguir haciendo exactamente lo mismo que estamos haciendo, confiando en la Providencia, no en nosotros mismos -ni tan siquiera en Pedro Sánchez- porque es cierto que esta sociedad no aguantará mucho más, que está condenada a morir... pero los católicos tenemos un Dios que sabe cómo salir del sepulcro.
Así que la tónica del momento es ir de derrota en derrota hasta la victoria final: las columnas que parecían más firmes se están derrumbando. A lo mejor es que así estaba escrito, que era lo previsto... y que no podía ser de otra forma dado el empecinamiento del hombre en suicidarse.
La tónica del momento es ir de derrota en derrota hasta la victoria final: las columnas que parecían más firmes se están derrumbando. A lo mejor es que así estaba escrito, que era lo previsto
Y hay que afrontar la situación con un adarme de alegría y varios kilos de esperanza... que es lo suyo.
No se acaba el mundo, se acaba este mundo. No es el fin del mundo, es el fin de la historia.
Y quien no viva en estas coordenadas me temo que lo va a pasar mal... porque no vive en la realidad, vive enajenado.