A veces pasan estas cosas. No conoces a un autor porque no ha sido reconocido por el poder cultural -el más prepotente de todos los poderes- en boga en cada momento. Luego alguien te descubre los originales, sus obras, que es lo que hay que hacer, y te topas con algo formidable: con el erudito español que, como diría el gran Leonardo Castellani, no tiene "erudición de hormiga" y que, en consecuencia, no muestra los hechos sino que los demuestra con datos y, no conforme con ello, concluye... y de forma asaz incontestable. 

Ejemplo de intelectual olvidado: el historiador José María García de Tuñón Aza, hasta hace seis meses, al menos para mí, un total desconocido: confieso mi ignorancia. 

Entonces es cuando caes en la cuenta de que vives dominado por lo políticamente correcto, es decir, ligeramente cretinizado. Por ejemplo, en materia de II República, Guerra Civil española y Franquismo: la cantidad de milongas que nos han contado sobre esa época de la historia de España. Y los que nos creíamos que no nos iban a meter goles al respecto... nos los han metido por toda la escuadra.

La II República, Guerra Civil y Franquismo: la cantidad de milongas que nos han contado sobre esa época de la historia. Sobre todo, en religión y cultura

En los últimos cuatro meses han caído en mis manos dos obras de García de Tuñón. La primera lleva por título Vida y versos de 18 poetas españoles. Una selección de poetas 'fascistas', 'comunistas' y mediopensionistas -que de todo había en el Monte Parnaso- de primer nivel, alguno de ellos con miserias patentes pero también con patente calidad literaria. Con este libro he aprendido, por ejemplo, que el Franquismo no fue un páramo poético, como se nos ha vendido sino, por el contrario, tiempos de creación poética incesante. Vamos, que me enteré de lo que no sabía. Hasta ahora, me había quedado con ese genio de la rima clásica, nuestro contemporáneo José María Pemán, en mi opinión el mejor poeta español del siglo XX. Pero había más, muchos más.

Aún más: me ha llamado la atención el segundo libro que he descubierto de García de Tuñón, donde reconozco que aún estaba más pez que en la política de la época. Se titula Prelados de la guerra para la paz y trata sobre los seis obispos más famosos de la época 1931-1960. A saber: Pedro Segura, Mateo Múgica, Isidro Gomá, Francisco Vidal y Barraquer, Enrique Plá y Deniel, y Ángel Herrera Oria.

Dos de ellos, Vidal y Herrera, intentaron entenderse con la República. El primero acabó en el destierro, y a punto de ser asesinado como lo fue su segundo, Manuel Borrás, y el segundo tuvo tiempo desde su exilio académico, de no caer en la cuenta del régimen homicida que imperaba en España, disfrazado de República democrática. Porque esta es la gran mentira que la izquierda de 2022 continúa pregonando, aunque hay que ser muy cínico o muy ignorante para mantenerla.

Y lo que he descubierto con García de Tuñón es que la España, y la jerarquía eclesiástica, de 2022, al menos en esto, se parece demasiado a la de 1931 y 1936. Bueno, se parece a monseñor Vidal. 

La Iglesia española vuelve a estar hoy entre Gomá y Vidal. Lo que está claro es que la equidistancia tiene que tomar partido, porque el Sanchismo no es otra cosa que guerracivilismo

Centrémonos en los dos obispos que jugaron un papel más relevante: Gomá y Vidal. Por economía de medios y con una simplificación tan lamentable como necesaria, concluyo: el franquista Gomá y el republicano Vidal. Pues bien, Gomá acertó y Vidal erró. No juzgo sus intenciones pero está claro que lo que ocurrió fue eso.

La diferencia es la misma de hoy: Gomá sí vio a los muertos, sí comprobó lo que era la II República, un régimen de asesinos controlado por la extrema izquierda socialista, comunista y anarquista que hablaba de democracia. Cierto, ERC o Bildu también lo hacen. Y los podemitas

Vidal y Barraquer sobrevivió a los republicanos -no así, insisto, su segundo, el obispo- porque los nacionalistas catalanes le consideraban de los suyos y lo sacaron de España en un crucero italiano. Vamos, que no vio a los muertos o no quiso verlos, que no vivió lo que en realidad fue la II República. Por eso se convirtió en un "perro mudo", lo que no pudo ser su paisano, Isidro Gomá. 

La Iglesia española atraviesa una situación similar a la de 1931... y corremos el riesgo de terminar como en 1936

Me temo que hoy ocurre algo muy parecido. La Iglesia española vuelve a estar entre Gomá y Vidal pero más cerca de Vidal que de Gomá. Lo que está claro es que tiene que tomar partido, porque el Sanchismo no es otra cosa que guerracivilismo y porque el silencio y la equidistancia, no ya en pleno auge de cristianofobia, que también, sino de pura y dura cristofobia, de odio a Cristo, implica que callar es pecado. A lo mejor, incluso pecado grave. 

La Iglesia española atraviesa una situación similar a la de 1931... y corremos el riesgo de terminar como en 1936. Sólo que en 1931 hubo prelados valientes que se enfrentaron directamente a los asesinos. Ahora, los asesinos son homenajeados y la jerarquía española calla. Su pecado es de silencio.