El pasado 24 de marzo la iglesia celebró la ’29 Jornada de oración y ayuno en memoria de los Misioneros Mártires’. En Brasil, en concreto, se recordó la memoria del padre Nazareno Lanciotti, misionero italiano asesinado hace veinte años en el Estado de Mato Grosso, donde había pasado treinta años de intenso trabajo misionero, dedicado al anuncio del Evangelio y a la promoción humana, como explica a la Agencia Fides el padre Enzo Gabrieli, postulador de la causa de beatificación, que ha visitado los lugares donde el padre Lanciotti trabajó. 

En el pueblo de Jauru promovió la construcción de un hospital católico que hoy funciona dentro de la red nacional. Junto con el hospital, el padre Nazareno pensó en la atención a los fieles, en la construcción de la comunidad y por ello inició la realización de un centro parroquial y de capillas en el bosque para atender a los numerosos fieles en pequeños grupos y ofrecerles un punto de referencia espiritual y social. Construyó unos cuarenta en su vida.

A lo largo de los años, el misionero también se dio cuenta de que muchos ancianos y discapacitados eran abandonados por sus familias porque era difícil asistirlos. Así nació el hogar de ancianos que todavía asiste a muchas personas y ofrece trabajo a la población local, junto con la escuela primaria dedicada a San Francisco de Asís que reunía a 400 niños; sólo hace unos años se abrió la escuela estatal. El sacerdote, muy estimado también por su obispo, llevó a cabo durante más de quince años una experiencia de seminario menor, construyendo una estructura especial, que dio a la diócesis las primeras diez vocaciones locales.

La tarde del 11 de febrero de 2001 fue tiroteado por dos hombres que luego revelaron que habían sido enviados por algunas personas del lugar que estaban molestas por las acciones de la Iglesia y del sacerdote. “Hemos venido a matarte porque nos molestas demasiado”. Y era la verdad: la parroquia se había convertido en el bastión y la protección de muchos jóvenes frente a los peligros de la droga y la prostitución. Eran alrededor de las seis de la mañana del 22 de febrero de 2001, cuando el padre Nazareno Lanciotti murió después de diez días de sufrimientos ofrecidos por el amor a su pueblo.

Rufino era una persona muy inteligente y también entusiasta de la ayuda en su pueblo natal, “persona muy modesta y de rostro sonriente. Hombre de fe y caridad, siempre estaba con la gente

Al igual que en en Brasil, en Indonesia también se recordó a los misioneros mártires. En este caso, a Rufinus Tigau, catequista y animador católico que fue asesinado sin motivo por las fuerzas de seguridad indonesias el 26 de octubre de 2020 en la provincia de Papúa, recogió Fides.

Rufinus Tigau pertenecía a la parroquia de Bilogai, en la diócesis de Timika. Según las declaraciones de los testigos de la aldea de Jalae, en el distrito de Sugapa, Rufinus fue asesinado a tiros por miembros del TNI (Tentara Nasional Indonesia -Ejército Nacional de Indonesia-) en la aldea de Jalae tras responder a las preguntas de las fuerzas de seguridad. Según la población local, Rufinus podría haberse convertido en un objetivo de los militares sólo por ser inteligente y tener conocimientos de tecnología.

Como catequista, Rufino ayudaba al párroco de la estación misionera de Jalae en todas las actividades pastorales. También solía servir en la iglesia parroquial de Bilogai durante las celebraciones de Navidad y Pascua, con la tarea principal de traducir la homilía a la lengua local (migani). De este modo, los católicos que no sabían indonesio podían participar y entender las reflexiones del sacerdote.

Además de este compromiso, Salomina Gobay, compañera de clase en STAN, señala que Rufino también ayudaba a los pobres de su pueblo. Según ella, Rufino era una persona muy inteligente y también entusiasta de la ayuda en su pueblo natal, “persona muy modesta y de rostro sonriente. Hombre de fe y caridad, siempre estaba con la gente”.

Inspirados por su fe, Michael y Bolanle fueron mártires valientes que no tuvieron miedo, subrayó el obispo Hassan Kukah

Y en Nigeria también se recordó a los misioneros mártires. En concreto, a Michael Nnadi, seminarista asesinado porque, estando secuestrado, “seguía predicando el Evangelio de Jesucristo”, recogió Fides.

En enero de 2020, cuatro seminaristas habían sido secuestrados por hombres armados en el Seminario Mayor del Buen Pastor de Kaduna, en el noroeste de Nigeria. Los otros tres seminaristas fueron liberados. Mientras que Michael Nnadi fue asesinado por sus secuestradores musulmanes. El asesino, Mustapha Mohammed, detenido por la policía, confesó el homicidio porque el joven seminarista “seguía predicando el Evangelio de Jesucristo” durante su cautiverio.

La señora Bolanle Ataga, que había sido secuestrada junto con sus dos hijas, también fue asesinada con Michael por los mismos criminales. Según Mohammed, la señora Bolanle fue asesinada por el líder de su banda porque se negó a ser violada por él”.

Monseñor Matthew Hassan Kukah, obispo de Sokoto, explica que la trágica historia de Michael y Bolanle es como una metáfora para comprender las profundas cicatrices que han dejado el colonialismo británico y los acontecimientos que han tenido lugar a lo largo de la historia, “cicatrices que han desfigurado el rostro de la religión en Nigeria y siguen exacerbando las tensiones entre cristianos y musulmanes”.

Inspirados por su fe, Michael y Bolanle fueron mártires valientes que no tuvieron miedo, subrayó el obispo Hassan Kukah. Para los cristianos que lloran su muerte, ésta no es una pérdida. Después de que la sangre de Jesús fuera derramada en la tierra, se sembraron las semillas de nuestra redención.  

En cualquier caso, urgen oraciones por los cristianos perseguidos por su fe en Cristo.