Hace unos meses el Tribunal Supremo desestimaba los recursos de la Generalitat y del Museo Nacional de Arte de Catauña (MNAC) y le daba la razón al fallo de la Audiencia Provincial de Huesca y al Gobierno de Aragón: los frescos románticos del siglo XII del monasterio de Villanueva de Sijena de Huesca debían ser devueltos a este lugar. Desde haca décadas se exhiben en el MNAC y el Supremo argumentó que el museo catalán no había acreditado ningún “documento-contrato” que legitime esa “posesión” y que su guarda es en modo de “depósito”, ya que “no ha poseído las pinturas a título de dueño, pues las pinturas fueron arrancadas”. Por lo que el Museo y la Generalitat debían dar traslado de las pinturas murales a Huesca. 

Aragón  sigue a la espera desde esa sentencia y hoy lunes el patronato del MNAC se ha reunido y ¡oh, sorpresa! dicen que tienen voluntad de cumplir con el fallo pero alegan "la imposibilidad de realizar el traslado sin ponerlas en riesgo" en base a un nuevo informe redactado por su equipo técnico. Sí, han leído bien, el traslado pone en riesgo la obras, según su propio equipo de técnicos, y ellos cuidadosos del patrimonio no se atreven a moverlo por falta de medios.

El patronato ha anunciado que pedirá un incidente de ejecución en sede judicial para informar de su "incapacidad técnica" de llevar a cabo esta operación en el plazo establecido por la ley de enjuiciamiento civil (20 días, hasta el 26 de junio), "tampoco técnicamente". Queda por conocer el documento que van a presentar, algo verdaderamente importante. Si en él se plantea un conograma con calendario donde quede claro que el traslado se va a realizar, demostraría la voluntad de cumplir con el fallo, simplemente hablaríamos de falta de tiempo al sólo disponer de 20 días. Si por el contrario muestran su oposición a la ejecución de la sentencia, los abogados de Aragón reclamarían la ejecución forzosa. 

¿Y saben quien conforma el patronato? presidido por Joan Oliveras, han asistido la consejera de Cultura de la Generalitat, Sònia Hernández; el secretario de Estado de Cultura, Jordi Martí; y el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Xavier Marcé. Es decir, las tres administraciones que forman el consorcio: en otras palabras, no queremos ni imaginar quiénes son entonces los técnicos. Eso sí, desde el Museo prometen que los acuerdos se han adoptado por unanimidad, contando también con el respaldo de una veintena de vocales en nombre de empresas patrocinadoras y coleccionistas... ante todo, transparencia. 

Hace unas semanas Illa afirmó que la Generalitat no quería "obstruir" el traslado de las obras de Sijena pero pidió "no correr riesgos". Ahora se entiende todo mucho mejor. 

El monasterio, situado en Los Monegros, en Huesca, fue fundado en 1188 por Sancha de Castilla, esposa de Alfonso II de Aragón. Al estallar la Guerra Civil, varios vecinos aconsejaron a las monjas marcharse del pueblo porque había llegado de Barcelona varios milicianos que pretendían quemarlo, a los dos días "se vio arder" el monasterio. Después de varios días y noches en los que el fuego se hizo con el monasterio, los vecinos intentaron salvar el retablo y el archivo, pero nadie se percató de los muros, sólo José Gudiol, arquitecto, historiados, restaurador y marchante que se desplazó al pueblo acompañado de dos hombres. 

Gudiol consiguió que la Generalitat le diera 4.000 pesetas para restaurar los murales y arrancarlos, obviamente sin permiso de las monjas, que estaban refugiadas en casas del pueblo, ni con el conocimiento de la Dirección General de Bellas Artes de la República.

Así, en unos 48 días, 120 metros cuadrados de frescos fueron arrancados y expoliados sin miramientos, un hecho vergonzoso que la Generalitat quiere conservar. Quizás es parte de la Memoria Histórica.