Primero fue el presidente de la Conferencia Episcopal española y arzobispo de Valladolid, Mons. Luis Argüello, ahora el secretario general de la misma institución y obispo auxiliar de Toledo, César García Magán: ambos solicitan un adelanto electoral, como si fueran del PP.

Pues mire, no. Un obispo no se dedica a pedir un adelanto electoral ni lo justifica asegurando que hay mucha corrupción. Eso lo hacemos los periodistas, y la oposición, y los analistas, no un obispo.

Se defiende Magán asegurando que la corrupción es un asunto moral. Sí que lo es, pero la corrupción es también un escenario oscuro y pluriforme, sobre el que no conviene hacer juicios precipitados.

En cualquier caso, sorprende que ahora los obispos pidan elecciones anticipadas cuando durante siete años largos de Pedro Sánchez en Moncloa, ante el gobierno más cristófobo de la historia de España, han guardado un silencio doloso. No hablaron de la instauración de los delitos de odio, ferozmente anticristianos y liberticidas; apenas hablaron cuando la batería de leyes 'gender' de Irene Montero, con la salvajada trans y los feminismo aborteros. Un poquito más, pero muy poquito, hablaron cuando la introducción de la eutanasia. Permitieron la profanación del Valle de los Caídos, la Ley de Memoria Democrática, apenas mereció unos pocos comentarios, etc., etc., etc.

Y ahora piden elecciones anticipadas. ¡Pues qué bien!