Durante los años que lleva Pedro Sánchez como presidente de España, hemos tenido la oportunidad de comprobar cómo es posible que, amparado en la democracia, se puede realizar una gobernanza con estilo de dictadura democrática.

Hablamos de un presidente que llegó de una manera legal, pero desde líneas rojas, muy rojas. Reconquistó su posición en el partido -también de manera extraña-, mintiendo a su electorado en aspectos tan importantes como la negociación con separatistas o bilduetarras. Mintiendo, incluso descalificando y negando la mayor, sobre que jamás compartiría La Moncloa con el partido de Unidas Podemos, y sin embargo terminó siendo su socio de gobierno. Sánchez pasará a la historia como el Doctor Mentira.

Se trata del presidente que más ha legislado por decreto ley, es decir, sin consultar con el Congreso, pasando el rodillo del poder que le otorga su posición presidencial. Ha confeccionado de manera malvada las instituciones jurídicas del país, empezando por la propia Fiscalía, encabezada por su exministra Dolores Delgado, que tapa, cierra o anula cualquier proceso judicial que al Gobierno o a sus propios miembros le afecten judicialmente, y si no que se lo pregunten a José Luis Ábalos. Condiciona las decisiones más importantes que afectan, no solamente a la nación española, si no a los propios individuos que la componen. La pandemia, una magnífica ocasión para hacer política social, la utilizó para empoderarse aún más si cabe haciendo uso de la vía declarando el estado de emergencia o de urgencia para confinar al país. También hemos visto cómo ha tenido negociaciones a espaldas de los españoles, como el caso del Sáhara, o para hacer y deshacer leyes a su antojo más sectario, como por ejemplo la Ley de Memoria Democrática, finalmente consensuada precisamente con los que más interés tenían, con Bildu, porque con esto han blanqueado la postura histórica de un grupo terrorista con casi 900 muertos a sus espaldas. Ha destrozado las relaciones internacionales con Argelia y se ha puesto de rodillas ante Marruecos.

Sánchez ha tenido negociaciones a espaldas de los españoles, como el caso del Sáhara, o para hacer y deshacer leyes a su antojo más sectario, como la Ley de Memoria Democrática, consensuada con los que más interés tenían, con Bildu, porque así han blanqueado la postura histórica de un grupo terrorista con casi 900 muertos a sus espaldas

Pero de todas las aberraciones políticas que un presidente puede cometer contra su propio país, la más traidora ha sido acometida durante el acto de Homenaje de Estado a Miguel Ángel Blanco en su 25 aniversario, realizado en las Vascongadas. Un acto que a todos nos ha recordado uno de los crímenes más cobardes y espantosos cometido por ETA contra la sociedad, contra España y, por supuesto, contra el individuo. Un crimen blanqueado en este acto mientras Sánchez igualaba como país al mal llamado País Vasco con España, otro país. Todo este pérfido atropello se perpetró delante del rey Felipe VI, que miraba estupefacto y que no pudo, o no supo, levantarse e irse del acto. También estaban presentes Íñigo Urkullu, que miraba al infinito como si no hablaran de él; la hermana del concejal, Mari Mar Blanco; y el alcalde de Ermua, Juan Carlos Abascal. Ninguno tuvo los suficientes redaños para dar una respuesta en la réplica de sus discursos. Complicidad institucional, se llama a esto.

Hay quien tacha de lapsus el descuido del presidente, pero los que somos menos ingenuos sabemos que es parte del acuerdo de blanqueamiento de los bilduetarras, herederos de los asesinos, para celebrar esta vergonzante jornada en una suerte de paz democrática. Y si pensamos muchos esto, es además porque el presidente, el muy felón, lo ha tuiteado justo con el corte del vídeo en el que lo dice expresamente: «Si hoy Euskadi y España son países libres y en paz son gracias a todos y todas» y en el que se reafirma con el texto del tweet.

Pero debemos hacer un alto en el camino, porque ante la indignidad de un presidente, no podemos pensar que simplemente es lo que es sin más. Es sobre todo porque parte de la sociedad ha participado de que así sea. Es más, por encima está la responsabilidad de su propio partido, el Partido Socialista Obrero Español, que ha permitido que esta persona haya representado a su partido como secretario general y que haya representado a nuestro país como presidente. Esto solo confirma que un partido indigno tiene secretarios indignos y que unos votantes indignos votan a un presidente indigno. Pedro Sánchez es un presidente que gestiona mal y una mala persona, porque es absolutamente consciente del daño que hace.

Me horroriza la frase de cada pueblo tiene lo que se merece -en este caso el presidente-. Me horroriza especialmente en democracia, porque muchos millones nos revelamos absolutamente ante presidentes de este calado (mentirosos, interesados y alejados del bien común). Pero lo clamoroso de todo esto, es que después de lo que ha sucedido a largo de estos tres años de mentiras, felonías, subidas de impuestos, ataques constantes a la sociedad con leyes en contra de las personas, todavía haya cuatro o cinco millones de personas que le siguen votando. Los que le votaron en sus primarias son los canallas porque lo hicieron por intereses personales; y sus votantes son los tontos útiles abducidos por la maquinaria propagandística.

Lo clamoroso es que después de lo que ha sucedido a largo de estos tres años de mentiras, felonías, subidas de impuestos, ataques constantes a la sociedad con leyes en contra de las personas, todavía haya cuatro o cinco millones de personas que le siguen votando

Dignidad humana (Almuzara) de Joaquín Mª Nebreda. Ante tal situación, afirma el autor, debemos permanecer en nuestro tiempo con sentido crítico y enfrentarnos a los signos de los tiempos cuando éstos contradicen nuestra dignidad y libertad. Solo de este modo podremos oponernos a la destrucción de la civilización occidental, la obra de mayor calado y trascendencia que haya acometido la Humanidad.

Mi querida España (Libros Libres) de Antonio Jiménez. De cuando el autor escribió este ensayo, en el que defendía la unidad y la salvación de España frente a los continuos ataques de Zapatero con sus leyes y traiciones presidenciales al conjunto de los ciudadanos, ha pasado tiempo y después, nos encontramos con otro presidente, también socialista, que pone en jaque la existencia de España y a los españoles.

Estado de disolución (Sekotia) de Elio Gallego García. Juan Donoso Cortés previó que el destino de Europa estaría marcado por el despliegue en el tiempo del racionalismo, con un liberalismo inicial que sucumbiría ante al voluntarismo «democrático» de las masas, y éste a su vez se diluiría en un estadio «socialista», centrado exclusivamente en el igualitarismo. Sería una época narcisista y egocéntrica y, sobre todo, atea que finalmente daría paso al nihilismo, entendido éste como un estado de disolución general. ¡Qué visionario!