El susodicho virus real está siendo aprovechado para imponer una esclavitud universal, tampoco se puede negar… y se niega cada día desde el poder
La verdad es que es gracioso, no dejen de verlo: Armstrong Economics es una de esas páginas inteligentes, de las que no le gustan nada a Facebook, Google o Twitter, fautores de lo políticamente correcto en el siglo XXI, en perfecta sintonía con los medios informativos, a pesar de que los GAFA se están cargando a la prensa libre en todo Occidente. Negacionismo, pero irónico y capaz. Observen la genial imagen de los poderosos del mundo en una patera, con el siguiente mensaje: sólo acabaremos con el covid cuando pongamos en cuarentena a todos aquellos que pretenden convertirlo en una tiranía.
Que existe un virus que, aunque se haya exagerado mucho y no sepamos nada sobre su origen, sobre sus efectos reales, ha matado a muchas personas es innegable. Ahora bien, que el susodicho virus real está siendo aprovechado para imponer una esclavitud universal, tampoco se puede negar… y se niega cada día desde el poder. Es más, el que se atreva a discrepar es un… negacionista y debe ser perseguido porque me está matando.
Y encima, ya ni nos vemos ni nos escuchamos
Bueno y luego está lo de pinchar la patera. Eso ya es una maldad de lo más reprobable… pero igualmente divertida. Tranquilos: donde hay ironía no hay conspiranoia.
Curiosamente, he visto lo de Armstrong Economics porque llevo tiempo escuchando, no a los jóvenes de botellón, sino a personas ya entradas en años, un discurso similar al que me espetó un sevillano -al que no conocía hasta anteayer y cuya esposa se negaba a darme la mano porque estaba dominada por el miedo (vacunada con doble dosis, por supuesto)-. Su discurso fue algo parecido a esto:
-Yo soy muy respetuoso con todos y obediente con la autoridad pero también me gusta ser libre y que no me mientan. Que me digan cómo tengo que vivir por un virus que apareció en China y del que nada me cuentan… pues no me gusta. Y encima ya ni nos vemos ni nos escuchamos.
Esto es lo que se dice en la calle, no lo que se lee en los medios. Y conste que, como periodista, me fastidia criticar a los medios desde un medio. Pero es que estamos haciendo un papelón…