A partir del 19 de julio, Reino Unido eliminará la cuarentena para los turistas británicos que vengan de España. Francia, por el contrario, aconseja no reservar hotel en España y Portugal. Y con cada novedad, subidas o bajadas de las aerolíneas y de las hoteleras en el mercado bursátil. Lo de siempre con el Covid: el caos.

Todo cambia en cuestión de horas cuando del coronavirus se trata. Todo menos la Organización Mundial de la Salud (OMS), que continúa advirtiéndonos contra la siempre próxima desolación, con la que tenemos una cita siempre próxima y siempre permanente.

La OMS no cura pero siempre asusta. Ahora nos comunica que ya hemos sobrepasado los 4 millones de muertos por Covid, lo cual en efecto supone un cifra impactante, pero que, como toda cifra absoluta con muchos ceros, de nada nos sirve si no nos habla en términos comparativos, en porcentaje, ya sea contra sí mismo o contra otras patologías. Pero acongojar, lo que se dice acongojar, ¡vaya si acongoja!

La OMS no cura, sólo asusta

Total: suben los contagios y llegan nuevas prohibiciones. El gobierno no dice nada porque no quiere correr con el riesgo político. Lo que hace es precisamente lo contrario: desviar a corner, hacia las comunidades autónomas, ahora mucho más histéricas que Moncloa.

Lo más inquietante: entramos en la quinta ola de una pesadilla que se inició el 14 de marzo de 2020 y seguimos sin inmunizarnos contra el virus. ¿No parece un poco raro? La lentitud de nuestro sistema inmunológico, que a la postre es quien vencerá al virus, resulta tan sorprendente como asombrosa.

Y más extrañezas: la quinta ola destruye la bolsa pero seguimos varados en tratamientos contra el Covid. ¿Tras 15 meses?

Inglaterra anima a hacer turismo en España, Francia, lo contrario. Todo es orden y lógica

Son dos misterios que los virólogos -de los epidemiólogos ni lo esperen- deberían resolver: por qué cuesta tanto conseguir la inmunidad natural, la menos parcial, frente a este virus y por qué se ha llegado antes a la vacuna que al tratamiento, cuando el camino habitual suele ser el contrario.