No me parece una cuestión menor, cuando hace sólo unos 45 años comencé yo en partidismo económico, mi primer jefe, un gran periodista llamado Pepe García Abad, me dijo aquello de que "puedes ir a los bancos y a las grandes empresas como te venga en gana, pero yo te aconsejo que vayas con corbata. Si no tienes ninguna -no tenía ninguna- ponte alguna de esas que están en el perchero: te atenderán mejor". 

No tengo ni que aclarar que aquello me pareció un consejo estúpido -no lo era-, una orden que tenía que aceptar de un periodista 'carroza'. El caso es que, poco a poco, me acostumbré y hoy no me apeo la corbata, por dos razones: te recibían mejor y, además, descubrí que la corbata sirve de bufanda. En estas décadas he comprobado cómo la desidia en el vestir crecía en la sociedad española, hasta convertirse en un auténtico signo de nuestro tiempo. 

No es una cuestión de dinero: conozco a muchos modestos que visten con dignidad y a muchos acomodados horteras

Ahora bien, la dejadez en nuestra indumentaria es consecuencia y causa. Un amigo mío enseñaba a sus hijos lo siguiente: quien no tiene ordenado su armario, no tiene ordenada su alma. A lo que podría añadirse: quien se presenta ante el próximo desastrado... es que no respeta a su prójimo. Uno no se viste correctamente para ser admirado por los demás, sino por respeto a los demás.

No es una cuestión de dinero: conozco a muchos modestos que visten con dignidad y a muchos acomodados cursis y horteras. El mal gusto no resulta más barato que el bueno y conozco alguna marca de lujo que ha hecho del feísmo su divisa.

Y recuerden: la belleza es discreta y la elegancia es el antónimo del exhibicionismo. Sí, sobre gustos no hay mucho escrito pero lo poco que hay escrito nadie lo lee

Por otra parte, recuerden: la belleza es discreta y la elegancia es el antónimo del exhibicionismo. Sí, ya sé que sobre gustos no hay mucho escrito pero lo poco que hay escrito nadie lo lee.

La belleza es objetiva, lo que es subjetivo es el buen gusto

Al fondo: tampoco olviden el principio primero de que la belleza sí es objetiva, lo que es subjetivo es el gusto de cada cual. 

La desidia en el vestir, un signo de nuestro tiempo.