La ministra de Sanidad, Carolina Darias, me recuerda aquella sentencia que nos anunciaba que "todos los dictadores son bajitos" o aquella otra, un poco más dañina, de que "el veneno se vende en frascos pequeños".

Transida de emoción, la ministra de sanidad ha anunciado que a las mujeres sin pareja, lesbianas, bisexuales, transexuales, intersexuales, parasexuales, etc., etc., etc., (es decir, todos los 'ales') la Sanidad pública, o sea, usted y yo, le pagaremos un procedimiento FIV para que puedan ser mamás. 

Esto es hermoso. Para Carolina Darias, en la presentación de la orden ministerial de Sanidad, en la mañana del viernes 5 de noviembre, otro día histórico del sanchismo, hablamos de un día de "restitución de derechos". Hermoso, muy hermoso.

A todo esto, la propia Sanidad considera que este día, de lo más histórico, como creo haber dicho antes, podrá afectar a 8.500 mujeres, y a otros tantos hijos sin padre.

Y ahora es cuando hay que repetir qué es la fecundación in vitro... lo primero y principal y lo que nunca se cuenta. 

La FIV no es vida, es muerte. Y, desde luego, resulta poco romántico y nos retrotrae a la selección artificial: el hombre de bata blanca decide quién vive y quién muere

El método FIV consiste en lo siguiente. Al señor engendrador se le da una revista porno, se hace un paja y entrega su semillita, llamada semen. A la señora futura gestante se la hormona como si fuera una vaca para que no produzca un óvulo sino ocho o 10. Se coge lo del uno y lo de otro, se mete en un 'vitro', se agita convenientemente y cuando ya tienes unos embriones se procede a introducir los embriones resultantes en el seno de la señora. 

Sí, quédense tranquilos, también puede ser el semen del esposo, o engendrador comprometido, junto al óvulo de la esposa o gestante comprometida. Lo concedo de buena gana y lo deseo con unción... pero también existen donantes anóminos en masa. Por ejemplo, estudiantes universitarios que donan su esperma a cambio de unos pocos euros y estudiantas que se someten a una extracción de óvulos por diez veces más euros. 

Desconozco cómo está el mercado pero cuando investigué estas cosas, años atrás, la aportación femenina, algo más compleja de extraer, se pagaba a 1.000 euros, mientras que la masturbación masculina se podía conseguir por bastante menos de 100.   

Seguimos: a continuación se procede a introducir el resultado de la fecundación en cristal a la señora. Ahora bien, ¿cuántos embriones se le introducen? ¿Uno, dos, o diez? En la normativa española, esa que tanto emociona a doña Carolina, no hay límite. Así que, con buen sentido, comercial, las clínicas FIV suelen introducir cinco y qué se yo, guardarse otros cinco. 

Imagínense que la señora se queda embarazada de cinco porque los cinco funcionan. ¿Qué hacemos entonces? Pues preguntarle si su deseo de maternidad es tan intenso que abarca tener quintillizos. Es muy probable que responda con un 'no' tirando a rotundo.

Entonces, se introduce a Darwin, todo un científico, en el muy científico mundo de la FIV. Por ejemplo, los cinco embriones llevan buen camino, todos ellos, pero la señora sólo quiere tener un niño. Pues ya está: se elimina a cuatro y se deja al más fuerte, al elegido, en lo que se llama eufemísticamente, abortos selectivos. Insisto, la FIV no es vida, es muerte

¡Ah! y como he fertilizado 10 óvulos aún me quedan embriones 'sobrantes'. Los congelo para que no se estropeen, no vaya ser que la parejita quiera intentarlo de nuevo y... ¡pasar por caja de nuevo! Y ahí tenemos a cinco seres humanos metidos en el congelador, que se utilizarán para, atención, curar enfermedades. Esto es: seres humanos utilizados como cobayas de laboratorio, nuestros propios hijos. Naturalmente, no se ha logrado curar ni un resfriado y lo que se ha 'curado' del mismo modo podía haberse hecho, en lugar de con células embrionarias, con células madre adultas, que no matan a nadie. Pero esto es lo que hay y resulta bastante hipócrita.

La sociedad actual 'produce' seres humanos y convive con otros seres humanos crioconservados en nevera

Cuando se planteó este asunto políticamente, año 2004, con el PP en el poder, los embriones congelados en las clínicas FIV españolas eran 80.000. Eso no se lo cree nadie, debe haber cientos de miles de embriones humanos sobrantes (el adjetivo se las trae) metidos en neveras y seguro que muchos de ellos han muerto ante un corte de suministro eléctrico en cualquier unidad FIV.  

Como ya hubo una clínica FIV, por cierto un pelotazo especulativo de narices, que me puso una querella por asegurar que ellos hacían abortos, voy a matizar.

En derecho internacional, y según la OMS, sólo se puede hablar de aborto cuando la muerte provocada se perpetra dentro del seno materno. Y es que existe otro procedimiento FIV, denominado pre-implantatorio. Es decir, se coge el semen de Juan y los óvulos de Marta, se agitan, eso siempre, y se producen los embriones. Sí, se producen, porque estamos hablando de un fenómeno de producción industrial, no de amor entre hombre y mujer. Sólo que en esta fábrica se producen niños.

Así que, digo, existe otro procedimiento llamado pre-implantatorio. Se fabrica el embrión en el exterior y se desarrolla hasta que finalmente se implanta. Luego, de todos los pre-implantados se elige uno, el más saleroso, y se le implanta a Marta.

Y aquí, en efecto, no se puede hablar de abortos sino de eliminación de embriones humanos, que es lo mismo... pero jurídicamente no es un aborto, porque la muerte no se ha producido en el seno materno. 

Pues bien, por esta cosa de leguleyos fue por la que una de las clínicas FIV más famosos de España metió una querella a Hispanidad. Y el caso es que la FIV pre-implantatoria no es menos, sino más homicida que el FIV habitual. Les explico: es posible, muy poco probable que algunos de los embriones sobrantes sobrevivan porque alguna mujer caritativa, yo conozco un caso, decida salvarles de una muerte segura y que se lo implanten a ella. No será su madre ni su marido será su padre, pero les habrá salvado la vida. Ahora bien, con el método pre-implantatorio no hay sobreviviente alguno, porque ninguno está destinado a ello -al romper la membrana protectora- salvo el campeón implantado. 

Pues bien, todo esto es lo que un viernes 5 de noviembre, nos ha vendido la señora Darias -que la diosa de la fertilidad le bendiga- como una "restitución de derechos", transida de emoción y siento -cito textualmente- "orgullo de país".

Y para demostrarles que soy un tipo recio, al escuchar a doña Carolina no he vomitado. La FIV no es vida, la FIV es muerte. Tener un hijo no es un derecho, es un don que implica muchos deberes. Todo niño tiene derechos, ahora sí, a saber quién es su padre y su madre, su origen y, aun más importante, aunque menos tratable jurídicamente, tiene derecho a ser concebido como fruto del amor entre un varón y una mujer... querida doña Carolina.

La FIV es una de las plagas homicidas de nuestro tiempo, así como la deshumanización de la paternidad. Llamarle derecho, decir que proporciona vida, resulta de lo más repugnante.