El silencio doloso, que ha resultado ser la marca de fábrica de los obispos españoles durante los últimos 10 años, está conduciendo a la jerarquía católica española hacia un papel verdaderamente menor, en el que no se les considera una referencia de la vida social española. Tan sólo queda un puñado de obispos que no renuncia a ofrecer criterio a los fieles, pongamos el de Alicante, José Ignacio Munilla, o el de Asturias, Jesús Sanz. Por cierto, dar criterio es la principal obligación de un obispo. 

Y así, no estaría mal que monseñor José Cobo, cardenal arzobispo de Madrid, reanudara la eucaristía pública que el domingo de la Sagrada Familia organizaba Antonio María Rouco Varela en la plaza de Colón, porque en ‘época de normalidad’, y no tengo claro qué es eso, el católico debe ser discreto pero cuando se trata de tiempos ligeramente anormales como el actual -aun menos claro,- lo suyo es no esconderse sino exhibirse. Quiero decir que cuando a la gente le da vergüenza santiguarse por las calles, es cuando conviene celebrar el domingo de la Sagrada Familia con una eucaristía pública, donde se defienda, por ejemplo, la familia natural.

Pasemos del objeto al sujeto: Gilbert K. Chesterton decía que la familia es una célula de resistencia a la opresión. Era el mismo escritor al que le fastidiaba mucho que todo lo que decía se entendiera como una paradoja cuando él aseguraba que no hacía otra cosa que recordar lo evidente… aunque era muy consciente de que “llegaría un tiempo en el que tendremos que demostrar que la hierba es verde”. Profecía cumplida: ese tiempo es este tiempo.

Pues bien, asegura GKC que la familia -la familia natural, se entiende- es “una célula de resistencia a la opresión”. Ninguna paradoja. La familia es el único ámbito del ser humano donde a la persona se le considera por lo que es y no por lo que aporta. En cuanto se traspasa la puerta del hogar hacia la calle, el amor deja paso a la contraprestación. En la calle, el Estado puede -suele- dejarte, tirado, y la sociedad, y el vecino... pero la familia nunca, salvo casos extremos degenerados, que los hay, porque la corrupción de lo mejor es lo peor.

Y ojo, hablo de la familia natural, compuesta por un hombre, una mujer y abierta a los hijos que Dios les conceda. Esta es la familia, no cristiana, no tradicional, sino natural, porque es a la que lleva la naturaleza y porque es la familia que ha forjado las culturas y civilizaciones y la mayoritaria y habitual en todo tipo de sociedades, religiones, etc. Hasta los romanos, unos golfos especializados en el adulterio, forjaron su fuero según el orden natural de las cosas, es decir, según la familia natural.

Así que podemos romper la familia natural y hablar de los 300 tipos de familia… y estaremos forjando el desastre. Ya saben: no saben lo que hacen porque no saben lo que deshacen.