He mantenido que el problema de Cataluña, también de España, así como de la ruptura entre Cataluña y el resto de España no es político ni económico: es moral. Cataluña está perdiendo sus raíces cristianas, sustituida por el nuevo paganismo que ha traído el modernismo, donde la religión se convierte en un elemento más de la vida pública y donde la fe se devalúa en mero humanitarismo, cuando no en cristofobia pura y dura.

Para esta Diada, con cariz de enfrentamiento puro y duro, resulta que una de las galardonadas con la medalla de oro del Parlament será Anna Veiga, la pionera en esa homicida y lamentable técnica de la fecundación in vitro, que tantos abortos selectivos y tantos embriones humanos utilizado como cobayas de laboratorio, ha provocado. Todo ello bajo el revestimiento de ciencia, en la muy prestigios clínica Dexeus, que el diablo confunda.

Ya se sabe que un galardón significa colocar al galardonado como el modelo a seguir. Y eso es lo terrible, el modelo elegido. Terrible, sí, más cuán ilustrativo.

Por tanto, hablemos claro: ¿qué va a pasar con la Diada, cadena humana incluida ¿Se va a independizar Cataluña de España o al menos se van a enfrentar Cataluña con el reto de España Yo creo que no, en ningún caso. Si no detenemos la descristianización y consiguiente degeneración moral de España entera, entonces no es que Cataluña se separe de España, es que España misma se diluirá como nación.

Por contra, tampoco habrá secesión si se detiene, porque el catalán, insisto, a pesar de todo su romanticismo, no quiere independizarse de España, como bien ha demostrado Antonio Camuñas con su iniciativa Españoles por la independencia de Cataluña (EPIC), quien, a su vez, ha demostrado la manipulación flagrante del nacionalismo catalán sobre y contra los catalanes.

Eulogio López
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