Las declaraciones de la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, fueron muy inteligentes, pero también engañosas. Recientemente señaló, citando fuentes del Instituto Nacional de Meteorología, que el próximo año sería un año seco. La realidad es que el INM no realiza predicciones fiables más allá de dos o tres días, que las realizadas a una semana vista tienen muchos visos de fallar y que aventurar las lluvias en un año es más propio de echadores de cartas que de científicos meteorólogos.

¿Por qué entonces la Sra. ministra se tira a la piscina? Muy fácil, Narbona quiere esconder, bajo el paraguas de la ciencia, el fracaso gubernamental del frenazo a los trasvases. Porque en el norte sí que está lloviendo y, por tanto, lo que hace falta es trasvasar agua del norte húmedo al sur seco.

La alternativa de las desaladoras puede ser válida, pero no suficiente. Además de los problemas medioambientales, las desaladoras no llevan el agua hasta el lugar necesario. Es necesario también realizar infraestructuras de transporte que igualan o superan en precio a los trasvases. Todo sea por no rectificar.