Sr. Director:

Le mando esta carta que contiene una noticia sobre una camarera despedida por no querer abortar, en un restaurante de Gerona.

Pues eso. Sucedió hace una semana en un restaurante de la capital gerundense. La camarera estaba embarazada y pidió a su jefe, que es el propietario del establecimiento, que le renovara el contrato, que expiraba en breve. El dueño dijo que para ello debía abortar primero, y que si no estaba despedida. Como ella, demostrando una dignidad extraordinaria y una valentía excepcional, dijo que NO, fue despedida.

Es más que evidente que este individuo ha intentado violar uno de los derechos humanos más básic el derecho a la vida, a no ser impunemente asesinado por anteponer a ese derecho el dinero u otros materialismos. Este hombre, por llamarlo de alguna manera, es un asesin tiene mentalidad asesina, ¿o qué es si no alguien que obliga a una pobre mujer en estado a abortar, bajo amenaza de despido? Abortar es asesinar, porque estás destruyendo una vida humana: la del embrión o feto que se encuentra dentro de un útero, en este caso el de esta camarera víctima de la prepotencia de semejante desalmado. Además, ella no quería perder a su hijo/a. Enhorabuena por ella, que ha sabido responder con dignidad y que no se ha doblegado ante este individuo que debería acabar en la cárcel y al que deberían cerrar su restaurante.

Dirijo ahora la siguiente pregunta a las mujeres que ahora están de baja por maternidad (y que, por cierto, deberían recibir mucho más permiso de baja con garantía de conservar el contrato cuando el/la hijo/a pueda ir a la guardería): ¿cómo se sentirían ustedes si de pronto su jefe les dice: Le renovaré el contrato, pero para ello debe matar a su hijo/a. Es la única condición, ¿lo toma o lo deja?? Indignadísimas y con una sensación de rabia, ¿verdad? Pues yo, como buen ciudadano que al menos intento ser, me he sentido, al leer esta noticia, que me hervía la sangre en las venas: que este tipejo se atreva a decir a una de sus empleadas, con ese aire de superioridad que se otorga a sí mismo, que o aborta o a la calle, me repatea. Sólo se me ocurre una buena solución, además por la vía legal: conseguir que este señor tenga que cerrar su establecimiento a base de no ir al mismo a comer (pero ni siquiera comprar una botella de agua, ¿eh? que para ello seguro que hay cerca tiendas, bares e incluso otros restaurantes), por muy exquisitos que sean los platos que allí se preparan. Así, perderá dinero, verá que su actitud ha sido muy mal vista por todos los ciudadanos (por supuesto, tendrá que visitar los tribunales por violar el derecho a la vida) y tendrá que disculparse públicamente ante esta camarera, además de abonarle una buena indemnización. Por supuesto, aún desconozco el nombre de este establecimiento, pero desde aquí muestro mi apoyo y solidaridad hacia esta camarera, a quien invito a publicar el nombre de dicho restaurante en todos los medios (y si amigos o familiares suyos e ofrecen, se agradecerá) para saber dónde no hay que ir a llenar el estómago cuando vayamos a hacer una visita a Gerona. Y seguro que en la ciudad habrá muchos otros restaurantes.

Se trata de que este mensaje llegue a todos los ciudadanos españoles de bien, y si alguno se ofrece amablemente a facilitar el nombre del restaurante en cuestión se agradecerá (pero que se asegure antes de que salga perjudicado alguien inocente).

Luis David López-Roberts Luzón

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