Sr. Director:
El socialista Jean Jaurés, que fue diputado por el Partido Obrero Francés en 1889, enviaba a su hijo la siguiente carta, que hoy conviene recordar a nuestros gobernantes.

 

Querido hijo, me pides un justificante que te exima de cursar la religión, un poco por tener la gloria de proceder de distinta manera que la mayor parte de los condiscípulos, y temo que también un poco para parecer digno hijo de un hombre que no tiene convicciones religiosas.

Este justificante, querido hijo, no te lo envío ni te lo enviaré jamás. No es porque desee que seas clerical, a pesar de que no hay en esto ningún peligro, ni lo hay tampoco en que profeses las creencias que te expondrá el profesor. Cuando tengas la edad suficiente para juzgar, serás completamente libre; pero, tengo empeño decidido en que tu instrucción y tu educación sean completas, no lo serían sin un estudio serio de la religión.

Te parecerá extraño este lenguaje después de haber oído tan bellas declaraciones sobre esta cuestión; son hijo mío, declaraciones buenas para arrastrar a algunos, pero que están en pugna con el más elemental buen sentido. ¿Cómo sería tu instrucción sin un conocimiento suficiente de las cuestiones religiosas sobre las cuales todo el mundo discute? ¿Quisieras tú, por ignorancia, no poder decir una palabra sobre estos asuntos sin exponerte a soltar un disparate? Dejemos a un lado la política y las discusiones, y veamos lo que se refiere a los conocimientos indispensables que debe tener un hombre de cierta posición.

Estudias mitología para comprender historia y la civilización de los griegos, de los romanos, y ¿qué comprenderías de la historia de Europa y del mundo entero de Jesucristo, sin conocer la religión, que cambió la faz del mundo y produjo una nueva civilización? Hay que confesar que la religión está íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana; es la base de la civilización. Además, no es preciso ser un genio para comprender que sólo son verdaderamente libres de ser cristianos los que tienen facultad para serlo. Te sorprenderá esta carta, pero precisa, hijo mío que un padre diga siempre la verdad a su hijo. Ningún compromiso podría excusarme de esta obligación.

Jean Jaurés nació en 1859 en Castres, Francia. Fue diputado por el Partido Obrero Francés en 1889, manteniéndose como parlamentario hasta 1898. Posteriormente fue elegido también en las elecciones de 1902, 1906, 1910 Y 1914. Murió en 1914.
En 1904 fundó el periódico LHumanité. En 1905 consigue unir bajo su liderazgo a los socialistas franceses, formando la Sección Francesa de la Internacional Obrera. Fue precisamente el diario LHumanité el que publicó esta carta dirigida a su hijo que reproducimos. Este texto fue citado por Pildain en la Cortes Constituyentes de la II República española (Diario de Sesiones, 1 de marzo de 1933. La carta fue entregada a los taquígrafos de las Cortes).

Ana Carmen Trujillano