Señor don Eduardo Fungairiño,

Mi sincero y afectuoso reconocimiento como eminente jurista, y mi gratitud por su independencia, dedicación, esfuerzo, y defensa de las libertades de todos los españoles en la lucha legal contra el terrorismo de toda índole, especialmente contra la banda criminal ETA y sus arrabales.

Todos los indicios apuntan a que no se trata de un hecho aislado. Parece un hito más en la estrategia marcada por esa Hoja de Ruta cuyo objetivo final, de forma clara y cada vez con mayor celeridad, parece ser la descomposición y desguace de la Nación Española.

Muchos ciudadanos entre los cuales me incluyo, no tenemos ninguna duda de que usted, con su vocación de servicio público, como ha demostrado en los puestos que ha servido durante más de 25 años, seguirá ejerciendo su cargo con los mismos instrumentos que ha utilizado siempre: la Ley y el Derecho. Por eso, una vez más, creo que los españoles de bien, es decir, la inmensa mayoría, tenemos una deuda de gratitud y reconocimiento hacía servidores públicos como usted que con estas letras deseo expresarle.

Ninguna Nación se escapa de algún defecto, incluso las que se tienen por más cultas y desarrolladas. Hay también defectos de estado, actitud, profesión, ocupación y comportamiento; si coinciden todos en un sujeto, y no se previenen convenientemente, crean monstruos. Quizá en la cúspide de nuestra Nación, en sus diversos ámbitos, esté produciéndose algo que explique tanta iniquidad, majadería e insensatez. En ocasiones, de forma gratuita y de oficio.

Nuevamente reiterarle mi reconocimiento y gratitud. Muchas gracias.

J. Alfredo Gómez Pascual

jagpascual@tele2.es