Han pasado ya 26 años desde el anterior Estatut y aún quedan por transferir una treintena de transferencias lo viejo hay que cambiarlo, hay catalanes que no votaron el estatuto anteriorEl 90% de los diputados de Cataluña ha dicho sí. Este es el argumento principal que el líder de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Josep Lluis Carod-Rovira, ha repetido con más ahínco durante su concurrida alocución en la mañana del miércoles en Madrid.

Y es cierto que el consenso político ha sido grande, pero no así el ciudadano. Todos los grupos del Parlamento catalán han aprobado el proyecto de estatuto remitido al Congreso, a excepción del PP y, sin embargo, las encuestas dicen que no llegan al 10 % los catalanes preocupados por la reforma estatutaria.

Es igual, Carod afirmaba que es la expresión de un consenso civil en Cataluña. Lo quieren (el Estatut) los empresarios, los sindicatos, las universidades en definitiva parece que lo quieren todos aquellos que representan algo, menos la ciudadanía, que pasa bastante.

No negamos el derecho de las Cortes españolas a tomar posición sobre el Estatut, pero les pedimos que respeten nuestra decisión, que viene avalada por un consenso espectacular. Respondía así Carod a una pregunta sobre unas declaraciones suyas anteriores en las que aseguraba que no permitiría que se cambiara ni un punto, ni una coma. Según él, el borrador de estatuto aprobado por el Parlamento catalán encaja en la Constitución. Lo que ocurre es otra cosa: el problema del Estatut no es que sea estatut, sino que es catalán. En Cataluña ya le llaman a esto catalanofobiasin embargo, no hay hispanofobia en Cataluña. Para Carod está claro que si las Cortes vetan este estatuto, el Estado español no tiene nada que ofrecerles.

El líder catalán no tuvo inconveniente en afirmar que el presidente de la Generalitat, Pascual Maragall, había pedido a todos los firmantes del proyecto que fueran a Madrid para convencer a los diputados de las bondades del texto. Ahora bien, aunque no es una amenaza, advierte que si el estatuto no vuelve en buenas condiciones habrá que acudir a la consulta popular: o referéndum o convocatoria anticipada de elecciones.

A Carod le gustan los consensos: en Cataluña nadie discute que somos una nación. Eso no implica que esa nación se pueda estructurar de una sola forma. Dicho de otra forma, que quede bien claro que el término nación no se va a retirar del proyecto recién llegado a las Cortes.

Carod también se muestra partidario del dialogo con ETA: debe hablarse con todo el mundo que tenga alguna posibilidad, por remota que sea, de terminar con la violencia. Hay que recordar que fueron sus conversaciones con ETA en Francia las que provocaron su dimisión como conseller en cap, pero Carod advierte que lo propio de un político es gobernar. En otras palabras, que está pensando en regresar al ejecutivo catalán, especialmente ahora que se ha abierto una nueva etapa.

Curiosamente, Carod se ha mostrado proisraelí. A instancias del embajador hebreo en Madrid, Carod afirmó que su grupo había cometido un error al presentar dos mociones parlamentarias que pretendían reducir la colaboración entre España e Israel. Al tiempo, y cuestionado por la situación en Ceuta y Melilla Carod sorprendió a la concurrencia al recordar que Marruecos no era precisamente una democracia ejemplar, calificando al régimen de Mohamed VI como singular. Un país en el que un mismo señor tiene todo el poder político, militar religioso y demás no puede ser considerado un modelo a seguir.

Quizás lo más sorprendente de todo es el empeño del líder de ERC en considerarse liberal. Será independentista, pero no tiene nada de socialista, será republicano, pero no le hace ascos al capitalismo.