Y tampoco quiere comprar el 20% de Repsol a cambio de sus créditos

El Santander vuelve a juguetear con dejar a Repsol en manos de la francesa Total

El lunes quedó arramblada la operación Lukoil, como adelantara Hispanidad. A partir de ahí, el Gobierno se apresta a buscarle alguna salida a Sacyr, agobiada por la deuda.

La primera propuesta es dejar que Sacyr quebrara. No es plato de buen gusto para los accionistas (Del Rivero, Abelló, Carceller o Loureda) pero mucho menos para su principal prestamista, Emilio Botín, el que más apoyó la entrada de Lukoil y al que menos importa la españolidad de Repsol. Y es que Sacyr le debe 3.000 millones del Santander, y a don Emilio no le hace gracia tener que provisionar 3.000 millones de euros (medio billón de las antiguas pesetas). Considerando que el Santander quería cobrar vía Lukoil, lo más lógico es que fuera el mismo banco quien se hiciera con un paquete de Repsol por los 3.000 millones de euros, aproximadamente un 17% de Sacyr. Ahora bien, el Gobierno teme que el mayor destroza-empresas de España, el mayor deslocalizador de industrias estratégicas del país, don Emilio Botín, lo revenda a cualquiera a la menor oportunidad.

Además, el cántabro podría sentir la tentación de repetir la operación que ya estuvo a punto de cerrar con Cepsa. En otras palabras, que Total se fuera de Cepsa y que IPIC se quedara con la participación de la francesa y del propio Santander. Conclusión: Repsol para la francesa Total y Cepsa para Abu Dhabi.  

La solución más lógica -si prescindimos de las anteriores- es que la propia Repsol, o algún otro, por ejemplo, un acreedor, compre Sacyr. Incluso, en el caso de Repsol, la asunción de la deuda sería menos si se sumara a la creación de una energética integral formada por Repsol, Gas Natural y Unión Fenosa.

Bueno, y luego está la solución socialista de Simancas y de La Rocha: que pague el Estado.

Pero, por el momento, parece que la rueda vuelve a empezar, por Itínere.