Indonesia es un país insular ubicado entre el Sudeste Asiático y Oceanía, formado por unas 17.508 islas, con más de 255 millones de habitantes, siendo el cuarto más poblado del mundo. Está situado en la zona denominada anillo de fuego del Pacífico, donde confluyen tres placas tectónicas que cuando chocan provocan terremotos, tsunamis y volcanes.

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Una situación que influye en Indonesia, un país aún en vías de desarrollo, aunque ha logrado un crecimiento económico del 5% en la última década: más del 27% de su PIB proviene de sus abundantes recursos naturales (caucho, estaño, bauxita, petróleo, gas natural, cobre, níquel, carbón, minerales...), que a lo largo de su historia las potencias extranjeras han buscado explotar. Además, tiene una gran biodiversidad y debido a sus numerosas islas, multitud de etnias, lenguas y distintas religiones.

La erupción del volcán Anak Kratatau y el posterior tsunami ha dejado 437 muertos, 1.459 heridos, 10 desaparecidos y 40.000 desplazados en diciembre

En estos momentos, el país necesita ayuda humanitaria tras sufrir su segunda gran catástrofe natural en solo tres meses. El pasado 22 de diciembre el volcán Anak Krakatau entró en erupción, desplazando una porción de tierra de 64 hectáreas (superficie similar a la mitad del estadio Santiago Bernabéu) y provocando un tsunami que asoló las costas de las islas de Sumatra y Java que tienen riberas al Estrecho del Sonda, dejando un trágico balance: 437 muertos, 1.459 heridos, 10 desaparecidos y casi 40.000 desplazados.

Foto noticia 09.01.2019 Copy Cáritas Internationalis

Una catástrofe natural que se suma a la vivida el pasado 28 de septiembre. Ese día, la isla de Célebes sufrió cuatro terremotos en las ciudades de Palu y Dongala, uno de ellos alcanzó los 7,4 grados en la escala Richter y provocó un potente tsunami y cientos de réplicas en los días posteriores, dejando 2.101 muertos, 1.075 desaparecidos, 4.438 heridos y más de 211.000 desplazados.

Los terremotos en la isla de Célebes y otro tsunami provocaron 2.101 muertos, 1.075 desaparecidos, 4.438 heridos y más de 211.000 desplazados en septiembre

Ante este panorama, no hay duda de que Indonesia necesita ayuda. Entre las organizaciones que están atendiendo a los damnificados, se encuentra Cáritas Indonesia (conocida como Karina), así como Cáritas Internacionalis y Cáritas española. Esta última ha puesto a disposición de su homóloga indonesa una partida inicial de 100.000 euros para financiar los planes de respuesta a la emergencia en el Estrecho de Sonda, que se añade al apoyo que viene prestando desde septiembre pasado a los damnificados por el terremoto y posterior tsunami que azotó las costas del norte de la provincia de Sulawesi.

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La catástrofe natural del pasado 22 de diciembre golpeó con mayor intensidad las provincias de Banten, en el extremo occidental de Java, y Lampung, al sur de Sumatra. La primera forma parte de la diócesis de Bogor, donde Cáritas se está enfocando en el apoyo médico a los damnificados, desplegando dos clínicas móviles y vehículos de apoyo, así como repartiendo comida -hasta el pasado 9 de enero, cuando acabó la fase de emergencia, había distribuido 1.550 lotes familiares- y ofreciendo apoyo psicosocial. Mientras, en Lampung, que pertenece a la diócesis de Tanjung Karang, la ONG de la Iglesia católica ha repartido 7.191 lotes familiares de alimentos en cuatro centros temporales de acogida para desplazados internos y está proporcionando kits de higiene, mantas, ropa, bidones de agua potable, lonas y paquetes de fideos instantáneos para 373 familias en la zona de Rajabasa Mountain.

En las provincias de Banten y Lampung se han repartido 1.550 y 7.191 lotes familiares de alimentos, respectivamente, en la fase de emergencia

Las necesidades inmediatas de los desplazados internos son alimentos básicos, utensilios de cocina, material escolar y letrinas. Los grupos de trabajo del Gobierno están trabajando para retirar los escombros de las áreas siniestradas, reabrir las comunicaciones terrestres al transporte y cubrir las necesidades básicas de los supervivientes. Al mismo tiempo, Karina, de forma coordinada con el Departamento Humanitario de Cáritas Internacionalis, sigue evaluando las necesidades más urgentes de cara a la puesta en marcha de la fase de recuperación dentro de un par de semanas a través de distintos proyectos post-emergencia y rehabilitación. 

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Los terremotos y el tsunami del pasado septiembre no sólo causaron el desplazamiento de tierra, sino también grandes daños estructurales, desplazando familias a refugios dañados e inseguros. Con el inicio de la temporada de lluvias ha aumentado el riesgo de deslizamientos de tierra, inundaciones y enfermedades por contaminación del agua. Los servicios de electricidad, agua y estaciones de gas se han ido recuperando poco a poco, pero miles de personas aún carecen de alimentos y agua debido a la limitación de recursos y la falta de acceso.

Las necesidades inmediatas son: agua potable, alimentos (incluidos infantiles), medicamentos y personal médico. Asimismo, las comunidades afectadas requieren combustible, carpas para refugios, cubiertas, mantas, tanques de agua, equipos de iluminación y generadores.

En la provincia de Sulawesi, más de 2.000 familias recibirán alimentos, refugio, transferencia de efectivo y apoyo psicosocial

La respuesta de Cáritas, en coordinación con los demás actores humanitarios, se ejecutara en tres distritos de Sulawesi, dentro de la diócesis de Manado, dará apoyo a más de 2.000 familias y se centrará en: proporcionar ayuda esencial a las familias a través de alimentos, utensilios y refugio, aportar para reestablecer los medios de vida mediante transferencia de efectivo y trabajar el plano de apoyo psicosocial. Desde principios de octubre, Cáritas Indonesia está repartiendo material de primera necesidad y alimentos a través de las parroquias, y ha realizado un detallado análisis de necesidades y daños en 107 comunidades y 101 campos de desplazados. Debido a que estos presentan una situación muy precaria por la masificación y la falta de privacidad, se va a actuar para evitar que los grupos vulnerables (mujeres, niños y ancianos) sufran más por la falta de medios.