Se dice que la sociedad va adelantada y que la pubertad empieza antes que en décadas anteriores. Ahora mismo, la edad que se considera como normal para el desarrollo de la pubertad en opinión de los expertos se sitúa entre los 10 y los 14 años en los niños; pero antes en las niñas, concretamente entre los 9 y los 13 años.

Según explica la endocrinóloga del Hospital Quirónsalud A Coruña, Marta García, los aspectos que marcan el inicio de la pubertad son el aumento del volumen testicular por encima de los 4 cc en los niños, y la aparición del botón mamario en las niñas, acompañado todo ello de un aumento de la velocidad del crecimiento y de la edad ósea.

No obstante, sí hay un fenómeno descrito por el que la pubertad empieza ‘antes de tiempo’, conocido como ‘pubertad precoz’, caracterizado por esa aparición de los caracteres sexuales secundarios descritos anteriormente antes de los 8 años en las niñas, y antes de los 9 años en los niños. “La incidencia de la pubertad precoz es de uno entre 50.000 y 100.000 individuos aproximadamente; siendo hasta 10 veces más frecuente en las niñas”, recuerda la doctora.

Para diagnosticar la pubertad precoz lo primero que se debe hacer es una buena valoración y exploración física del paciente

En cambio, si este desarrollo ocurriese entre los 8 y los 9 años en las niñas, o entre los 9 y los 10 años en los niños, estaríamos hablando de ‘pubertad adelantada’ la cual, por lo general, no precisa tratamiento, tal y como precisa esta especialista.

Cabe destacar, a juicio de la experta de Quirónsalud A Coruña, eso sí, que la pubertad precoz implica una aceleración en la velocidad de crecimiento, y a su vez, conlleva un cese prematuro del mismo, derivando en una talla adulta más baja de lo que correspondería en circunstancias normales.

La aparición del vello

Aquí precisa la doctora García que no debe confundirse pubertad con adrenarquia: “Esta última hace referencia a la aparición de vello púbico y/o axilar, acompañados o no de otras manifestaciones como el acné, o de cambios en el olor corporal”.

Dra. Marta Garcia

 

Cita concretamente que la adrenarquia se debe a un aumento en la producción de andrógenos por parte de las glándulas suprarrenales, y que no implica el inicio de la pubertad. Por ello, incide en que no requiere tratamiento en sí misma, aunque sí vigilancia estrecha si aparece prematuramente, por si pudiese conllevar una aparición también precoz de los signos puberales.

Causas y tipos de la pubertad precoz

Por otro lado, entre las posibles causas de la pubertad precoz la endocrinóloga menciona que, en las niñas, hasta un 80-90% de los casos éstas se desconocen; mientras que en los varones, más de la mitad se debe a una causa orgánica que hay que identificar.

La pubertad precoz implica una aceleración en la velocidad de crecimiento, y a su vez, conlleva un cese prematuro del mismo

Sobre los tipos, la especialista de Quirónsalud A Coruña señala que la pubertad precoz se clasifica en central o periférica, todo en función del origen de su causa:

  • La pubertad precoz central engloba los casos en los que existe un problema a nivel del sistema nervioso central (tumores cerebrales, malformaciones, infecciones o traumatismos a dicho nivel), a la pubertad precoz debida a ciertas mutaciones genéticas, o la de origen desconocido o idiopática.
  • La pubertad precoz periférica, muy poco frecuente, implica un problema a nivel ovárico, testicular o adrenal (fundamentalmente tumores a dichos niveles), así como otras enfermedades como la hiperplasia suprarrenal congénita, o el síndrome de McCune-Albright.

Así, y a la hora de diagnosticar la enfermedad, esta experta sostiene que lo primero que se debe hacer es una buena valoración y exploración física del paciente: “Debemos preguntar acerca de los antecedentes personales y familiares del niño, así como por otra sintomatología anómala que pueda presentar. Lo fundamental para sospechar una pubertad precoz es identificar los signos físicos que la definen, es decir, la aparición del botón mamario en las niñas, y del aumento del volumen testicular en los niños”.

La siguiente prueba diagnóstica que debería realizarse es la edad ósea, según prosigue la especialista, que se calcula a través de la valoración de una radiografía de la muñeca. Si ésta se encuentra adelantada respecto a la edad cronológica apoya el diagnóstico de pubertad precoz, y se debe realizar un estudio hormonal que oriente acerca del origen del problema. “Esto nos permite determinar si se trata de una pubertad precoz central, en la mayoría de los casos, o bien periférica”, aclara.

Frenar la aparición de la pubertad

Dado que la mayor parte de las pubertades precoces tienen un origen central, el tratamiento se basa fundamentalmente en bloqueadores de la pubertad, llamados ‘análogos de GnRH, aclara esta endocrinóloga.

Explica que estos fármacos inhiben la producción pulsátil endógena de GnRH por parte la hipófisis, frenando así la aparición de la pubertad: “Se administran vía intramuscular, mensual o trimestralmente, en función de la presentación y de la dosis empleada”.

La incidencia de la pubertad precoz es de uno entre 50.000 y 100.000 individuos aproximadamente; siendo hasta 10 veces más frecuente en las niñas

Es más, resalta que estos se deben de mantener hasta alcanzar una edad de inicio de pubertad normal, o hasta una edad ósea de 12 años en niñas y 13 años en niños, con el fin de garantizar una talla final adecuada.

En última instancia, Marta García, del Hospital Quirónsalud A Coruña, ve importante recalcar que en las revisiones pediátricas rutinarias anuales habría que evaluar siempre el estadio de Tanner (estadio puberal del menor), con el objetivo de identificar este tipo de anomalías y actuar en consecuencia.

“También conviene destacar la posible afectación psicológica que puede generar el desarrollo puberal demasiado temprano en los niños y niñas, lo cual puede ser un factor a tener en cuenta a la hora de plantear un tratamiento en pubertades no precoces, pero sí adelantadas”, concluye la endocrinóloga.