Hora y cuarto de conversación entre el presidente norteamericano Donald Trump y el ruso, Vladimir Putin. Días después, se conoce otra hora larga de conversación entre Donald Trump y Xi Jinping. Lo más gracioso es el comentario de un portavoz del Kremlin: según él, Trump dijo no saber nada acerca del exitoso ataque ucraniano de unas semanas atrás, la operación 'Telaraña', con drones, contra bases militares en el interior profundo de Rusia, que Moscú ha calificado como actos terroristas.

Hombre, que Trump no estaba en la Casa Blanca cuando se preparó el ataque, sí. Que sin la aprobación del otra vez presidente Trump, el ataque, que sobre todo precisaba de una información, se hubiera llevado a cabo, no se lo cree nadie. 

Y por cierto, Trump es el presidente más transparente de la historia de los Estados Unidos: sus ruedas de prensa, acompañado, encima, de sus invitados, empiezan a ser semanales. No le tiene miedo a exhibirse y eso es un punto muy valioso. 

Trump es un vanidoso, no un soberbio. Si consiguiera el objetivo final, que es atraerse a Rusia a Occidente, del que el comunismo soviético le hizo salir, si consiguiera esa maravilla, por mí, como si se quiere coronar zar de Rusia y construirse un mausoleo del tamaño del Capitolio. Hágase el milagro y hágalo el diablo. 

Ahora bien, Trump no quiere, como el tonto de Biden, acabar con el asesino Putin, en pro de un Occidente degenerado. No quiere conquistar Rusia, quiere convertirla en tierra de libertades. Quiere atraerse al antiguo enemigo, al Kremlin, al Occidente cristiano. Y así, se ha convertido en el único líder mundial en buscar la paz en Ucrania.

Por eso se enfadó con Putin; porque el líder ruso volvía a sus ínfulas imperialistas y confundió el pacifismo de Trump y su ruptura con la política de Biden y de Bruselas -yo pongo las armas y los ucranianos ponéis los muertos-. Ahora, tras su revés militar, es Putin quien vuelve a Trump.

¿De qué han hablado los dos líderes? Pues algo muy simple: Putin le ha dicho que nada de alto el fuego y que ahora tiene que vengarse del ataque Telaraña y Trump le ha dejado claro que o acepta la paz -una paz muy honrosa, eso sí, o la información estadounidense -no olviden que esta es una guerra informativa- seguirá actuando con Ucrania. 

Es decir: acepta la paz Vladimir y yo conseguiré que Zelenski y los tontos de Bruselas acepten cesiones a Rusia, pero si te empeñas en conquistar Ucrania será Ucrania quien ataque Rusia... con mis armas, con la información de mis satélites. 

Al tiempo, el tirano chino negocia con Trump mientras envía aviones para violar el espacio aéreo chino. Un matonismo jinpingiano que muestra la estupidez europeo al aliarse con Pekón contra Washington.

Encualqueir caso, la intención de Trump y la táctica de Trump no puede ser más acertada con Rusia, pero también tiene su riesgo. Hay un peligro: que Putin, que sí, es muy soberbio, juegue a órdago, juegue a lo que ya hemos dicho aquí hasta demasiadas veces: la guerra nuclear táctica... ante la imposibilidad de vencer en una guerra convencional.

Cuidado, la política del palo y la zanahoria no siempre funciona, amigo Donald. Y desde luego, con China el fracaso es total. Frente a china, lo que sí resultaría sería una alianza entre Europa y América para crear una zona comercial común con aranceles al alza frente a China. Siempre bajo la idea de que Rusia es Occidente, China e India no.