Lo dice el primer ministro serbio y ha corrido por la Red: en uno o dos meses, el mundo puede entrar en un conflicto bélico de proporciones no sufridas desde la II Guerra Mundial.

Los que pensamos que ya estamos en la III Guerra -por trozos, como asegura el Papa Francisco- y que, además, ya estamos viviendo la gran tribulación, o juicio de las naciones, la verdad es que nos asustamos menos. En cualquier caso, ahora le ha tocado el turno al presidente serbio, Aleksandar Vucic, al que se considera aliado de Rusia. Es más, lo fecha para los próximos meses.

Ucrania se ha convertido en otra crisis de los misiles cubanos, sólo que ahora el rodeado no es EEUU, sino Rusia

En el entretanto, la patulea de líderes occidentales que han pasado esta semana por Naciones Unidas, todos ellos especialmente obtusos e incapaces de ver más allá de sus narices, volvieron a insistir en que Vladimir Putin es un malvado.

Y lo es, pero ni por ello deja de tener ni una pizca de razón, ni es el único malvado de esta historia, ni se soluciona nada con humillarle, como pretende el presidente ucraniano Zelensky, más allá de lo aconsejable.

En este sentido, Jorge Fernández vuelve a aceptar, en La Razón, edición del viernes 23. Recuerda el ex ministro del Interior español que Joe Biden asegura que nadie puede declarar la guerra nuclear porque este tipo de guerra nadie la puede ganar. Cierto, pero puede ser la desesperación quien la inicie… aunque nadie la pueda ganar. ¿O es que quienes declaran la guerra son siempre hombres sensatos que actúan por motivos racionales, que toman decisiones con la cabeza fría y los pies calientes?

Hay que darle una salida a Moscú porque al estallido nuclear se llega por la desesperación y en ella estamos

El simil que establece Fernández entre la actual situación en Ucrania y la crisis de los misiles que libraron Moscú y Washington en tiempos de John Kennedy resulta brillante. Sólo que ahora el rodeado no es Estados Unidos, sino Rusia.

Aún así, hay que ir más allá porque en verdad estamos ante un peligro de guerra y la atormentada alma rusa que, con toda su crueldad, aun piensa en términos de verdad y mentira, que se plantea el bien y el mal con menos frivolidad que los occidentales, podría adoptar el horrible planteamiento de que, dado que vamos a morir, cuantos más me acompañen a la tumba, mejor.

Ucrania, ejemplifica Fernández, se ha convertido en otra crisis de los misiles. Recuerden: Kruchev quería colocar misiles nucleares en la antepuerta de Estados Unidos, en Cuba, por lo que la Casa Blanca activó sus misiles nucleares. Traducido a la guerra de Ucrania: hay que darle una salida a Rusia porque al estallido nuclear se llega por la desesperación.

Ahora mismo, Joe Biden que a pesar de su aspecto senil continúa siendo el líder de Occidente (¡Pobre Occidente!), en lugar de confundir sus deseos con la realidad y negar la posibilidad de una conflagración nuclear, debería coger el avión y viajar a Moscú para entrevistarse con Putin y terminar con la guerra.

El peligro no radica en que Rusia gane la guerra, sino en que la pierda.