En el año 1992, el entonces presidente republicano George H. W. Bush se presentaba a la reelección. En principio, con un valoración positiva, Bush partía como claro favorito ante el candidato demócrata, el por aquel entonces joven gobernador de Arkansas, Bill Clinton. Sin embargo, Clinton hizo de la economía el eje principal de su campaña y bajo el lema “es la economía, estúpido” acabó llegando contra todo pronóstico a la Casa Blanca.

Ciertamente, el escenario de hace tres décadas en la política americana era muy diferente al actual, dado que en materia de valores y principios no había grandes diferencias entre Bush padre y Clinton, ambos progresistas. Por el contrario, hoy existe un abismo ideológico entre el progresismo radical de Joe Biden, basado en la ideología woke, y el trumpismo, corriente mayoritaria entre los republicanos, que persigue la defensa de los valores tradiciones cristianos y conservadores.

No obstante, aunque el aborto, la crisis migratoria en la frontera sur y la ola de delincuencia e inseguridad que sufre Estados Unidos estén centrando las campañas presidenciales de Joe Biden y Donald Trump, la economía no deja de ser un factor fundamental que no se puede olvidar. Y, ojo, que puede jugarle una mala pasada al actual presidente Joe Biden, dado que existen muchos indicadores que reflejan el progresivo deterioro de la clase media estadounidense.

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En primer lugar, la inflación volvió a crecer en el mes de febrero, impulsada por el precio de la gasolina y el coste de la vivienda. Así, los precios subieron un 0,4% de enero a febrero, un incremento con respecto a la cifra del 0,3% del mes anterior. En comparación con los doce meses precedentes, los precios al consumidor aumentaron un 3,2% en febrero, más rápido que el ritmo anual del 3,1% de enero. Un incremento especialmente acusado en el sector de la restauración, los automóviles y los costes hospitalarios.

Esta crisis inflacionaria está teniendo un efecto adverso en la población estadounidense, que ha reducido notablemente su capacidad de ahorro. Lo cual según los analistas adelanta la crisis de jubilación que se avecina, dado que se espera que el número de trabajadores mayores de 75 años se duplique en el mercado laboral en la próxima década. Un fenómeno generado por la incapacidad de los hogares estadounidenses de obtener ahorros suficientes para la jubilación. Así, según Bankrate, apenas un 44% de los estadounidenses podrían permitirse afrontar un gasto de emergencia de 1.000 dólares o más con sus ahorros.

Esta crisis de los hogares está teniendo también un gran impacto en el comercio. Como ejemplo, podemos citar el caso de la cadena de descuentos Family Dollar, cuya clientela es principalmente la población urbana con bajos ingresos, que ha anunciado que cerrará casi 1.000 establecimientos en Estados Unidos.

Y otra amenaza para Biden, los jóvenes, su principal granero electoral, son ahora el grupo de edad más preocupado por la economía. Así, mientras que en 2020, apenas el 11% de los jóvenes de 18 a 30 años señalaban la economía como la prioridad principal a la hora de emitir su voto, ahora ese porcentaje es del 47%.