La guerra de Ucrania es cruel pero muy rentable. La ONU ya habla de 7.000 civiles muertos, y seguramente se quedan cortos, pero lo cierto es que las exportaciones de crudo y de gas ruso crecieron un 7% pese a los embargos de Occidente y la supuesta lucha del comodón Occidente frente al gas ruso y los ingresos se aproximó a un incremento del 30%. No cabe duda, la guerra de Ucrania le está resultando muy rentable a Rusia.

Un Occidente flácido, de ideario líquido y me temo que acuoso, presa del woke necesita de una Rusia cruel pero que sí cree en algo

Pero Vladimir Putin ha hecho una segundo descubrimiento: no hay forma de ganar una guerra convencional, ni tan siquiera frente a un país mucho más pequeño en territorio y población, como es Ucrania. Puedes preparar a tu pueblo para vivir en la violencia, lo que no creo que sea bueno, pero no puedes vencer al enemigo porque no te enfrentas a su ejército sino al conjunto de su población y no puedes matarlos a todos.

La única manera de ganar una guerra es el caos nuclear, pero ojo, entonces obligarás al enemigo a emplear las mismas armas. Y claro, tampoco ganarías la guerra porque entrarías en la destrucción total.

Es decir, la guerra de Ucrania, además de una crueldad, ha sido un error: no puedes ganarla. Eso sí, resulta muy rentable.

En Ucrania ha resucitado la lucha entre el realista Putin, la realidad es la que es, y el idealista Biden, la realidad es como la percibo yo. El realismo puede ser cruel pero el idealismo conduce a la locura

La solución es doble: hay que lograr la paz en Ucrania y hay que ganar a Putin para Occidente. Y esto resultaría bello e instructivo, porque un Occidente flácido, de ideario líquido y me temo que acuoso, presa del woke, que no cree en nada, ergo no tiene principios, necesita de una Rusia cruel pero que sí cree en algo, a veces en la crueldad de la muerte y la supervivencia... pero cree en algo.

De hecho, en Ucrania ha resucitado la eterna lucha entre las dos corrientes filosóficas que han llenado la historia de la humanidad, realismo e idealismo. El realista es Putin, aquel que cree que las cosas son lo que son, mientras el idealista es Biden, aquel que cree que las cosas son como él cree que son, como su mente -a veces olvidadiza- las percibe. Necesitamos un realista más clemente y un idealista que empiece a ver la realidad tal cual es. El realismo puede ser cruel pero el idealismo siempre conduce a la locura. En el siglo XXI, Putin es más occidental que Biden.