República Dominicana es ahora mismo el país más español de todos, de los pocos países iberoamericanos que todavía habla de la madre patria y no de la leyenda negra. Allí se celebra la vigésimo octava Cumbre Iberoamericana de Naciones. Eso sí, los dos gigantes del continente, Brasil y México, dirigidos por dos extremistas de izquierda pero con fama de moderados, no estarán presentes. Ni el mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que odia a España, ni el brasileño Lula de Silva, que desprecia a España y no digamos nada a Portugal. 

AMLO es uno de los gobernantes más desastrosos con los que haya contado México y maría que es experto en la materia. Lula ha ganado por la mínima tras una campaña mundial contra Bolsonaro y se ha convertido en un ultraprogre cuya economía la dirige un liberal (Geraldo Alckmin). 

Si la leyenda negra antiespañola continúa, lo lógico sería clausurar la propia Comunidad Iberoamericana de Naciones (CIN) que financia España y que nunca ha pasado de las musas al teatro, del concepto a la realidad

Pero ninguno de los dos estará presente. 

Estará el inefable Gabriel Boric, el chileno podemita que, como buen podemita, está hundiendo la economía chilena. Y el excéntrico, por decirlo suave, Alberto Fernández. A partir de ahí, la retahíla de neocomunistas, ya saben, aquellos que, en seguimiento de Antonio Gramsci saben que deben llegar al poder de forma "legítima", por las urnas y, a partir de ahí, manipular el sistema, no para que esas elecciones sean las últimas sino para ganarlas todas.

Frente a ellos, frente a los que estén presentes, el Rey de España, heredero de quienes rigieron un continente, incluido el naciente Estados Unidos, en el más humano y solidario proceso de colonización (de hecho no fue colonización sino integración) que ha existido, incomparablemente superior a la feroz colonización inglesa, francesa u holandesa. 

El ministro Albares ofrece representar a América Latina -mal empezamos- en Bruselas. ¿Para qué?

Y sin embargo, Felipe VI se ha presentado en Santo Domingo rodeado de una revivida leyenda negra antiespañola, nacida en Londres y Ámsterdam pero alimentada hoy desde la misma España, por el mismísimo Gobierno Sánchez, mismamente. 

Una España a la que los políticos hispanos califican hoy como "genocida", que tiene bemoles la copla. Los ingleses exterminaron a los indígenas. España creó con ellos una raza hispana, mestiza... pero los genocidas somos los españoles y una cantidad de idiotas patrios repiten la mentira. 

En definitiva, la Comunidad Iberoamericana de Naciones (CIN) nunca ha pasado de una reunión anual y de unas oficinas en Madrid que paga España... para poder ser insultada. 

Pero no toda la culpa la tienen los de fuera. Ejemplo, la cumbre se inauguraba con otro discurso vacío del ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, un personaje para llorar, viva imagen del Sanchismo: decir lo contrario de lo que se piensa con intención de engañar. Dice Albares que la Presidencia de la Unión Europea a cargo de España, segundo semestre del año, será el año "de América Latina" en Europa. Mal empezamos, en Iberoamérica nunca se habló latín. Eso fue un inventó de Napoleón III para conquistar México. 

En resumen, una cumbre para olvidar... como lo han sido todas las demás. 

Sánchez no va a pedir el fin de la leyenda negra, promocionada por el mexicano AMLO y por otros hispanos. Felipe VI no se atreverá a hacerlo. 

España debe volver a convertirse en la madre patria y retar a una Hispanoamérica controlada por el nuevo marxismo: la ideología de género

Si la leyenda negra antiespañola continúa, lo lógico sería clausurar la propia Comunidad Iberoamericana de Naciones (CIN) que financia España y que nunca ha pasado de las musas al teatro, del concepto a la realidad. 

Y lo dicho: el ministro Albares ofrece representar a América Latina -mal empezamos- en Bruselas. ¿Para qué? 

Mirémoslo en positivo: España debe volver a convertirse en la madre patria y retar a una Hispanoamérica controlada por el nuevo marxismo que hoy es la ideología de género.

Y es que lo de la Comunidad Iberoamericana de Nacionales (CIN), que lo pudo ser todo, era un zombi y amenaza con volverse un esperpento.