Comenzamos esta crónica semanal sobre Hispanoamérica, la región compuesta por países hermanados en la Hispanidad (que tienen en común su fe cristiana, su cultura y su lengua y cuya patrona es la Virgen del Pilar), en Chile, para defender el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, uno de los principios no negociables establecidos por el Papa Benedicto XVI para una acción política basada en el humanismo cristiano.
En ese país hay un proyecto para legalizar la eutanasia, bajo el Gobierno del izquierdista Gabriel Boric, que lo defendió así: “Les debemos una respuesta a quienes sufren enfermedades terminales incurables que conllevan una disminución avanzada e irreversible de sus capacidades, con sufrimientos físicos persistentes e intolerables que no se pueden aliviar y que él o la paciente consideran inaceptable”.
El Gobierno ultraizquierdista pretende suprimir el derecho del paciente a recibir acompañamiento espiritual conforme a su fe, se suprime la objeción de conciencia institucional y se aumentan los sitios donde puede ‘eutanasiarse’, incluyendo el hogar.
Ante este proyecto, y ante el de la despenalización del aborto hasta la semana doce de gestación, la iglesia sigue posicionándose en contra. El Arzobispo de Santiago y cardenal primado de Chile, Fernando Chomali, publicó una columna titulada 'Morir en paz’, en la que señala: “La eutanasia es una forma de eugenesia social frente a la incapacidad de empatizar, acompañar, amar y responder por ellos”. “Este proyecto es el ocaso del sentido de responsabilidad hacia el débil que le cabe a la sociedad toda y es el triunfo de la razón de la fuerza por sobre la fuerza de la razón”
Y añadió: “Se alude a la eutanasia como un acto de compasión”: “No nos confundamos, es un acto de compasión hacia la sociedad occidental que todo lo mide en términos de producción, gozo, éxito y ganancia y que no soporta nada que tenga que ver con el dolor y el sufrimiento y menos hacerse responsable de él”.
En Colombia, esta semana se produjeron una serie de atentados con bomba en lugares como la ciudad de Cali o los departamentos de Valle del Cauca y Cauca, a consecuencia de los cuales murieron siete personas (dos policías y cinco civiles) y otras 28 resultaron heridas.
Además, el sábado pasado, el precandidato a la presidencia del país, el opositor Miguel Uribe, recibía un disparo en la cabeza del que todavía se debate entre la vida y la muerte. Según Gustavo Petro, presidente de Colombia, detrás de los atentados estaría el Estado Mayor Central (EMC), una disidencia de la guerrilla narcoterrorista de las FARC, liderado por alias ‘Iván Mordisco'.
Ante este incremento de la violencia, el Arzobispo de Cali, Mons. Luis Fernando Rodríguez, pidió ponerle fin: “Como pastor y arzobispo les pido que cesen de una vez por todas los actos violentos, que acojamos el mensaje del Resucitado: ‘La paz les dejo, mi paz les doy’”.
Asimismo, instó a dar pasos hacia una “ética valiente” que permita encontrar caminos reales para superar los conflictos: “Cali y el Valle del Cauca no pueden volver a vivir lo que ocurrió hace más de 30 años. El dolor del pasado no puede repetirse hoy”, advirtió.
Mons. Rodríguez también pidió que cese la escalada de violencia y alentó a todos los ciudadanos a convertirse en instrumentos de paz y reconciliación: “Que el Señor resucitado nos acompañe y haga de nosotros instrumentos de paz”, concluyó.