En Chile, una Convención Constitucional --compuesta por 154 miembros-- trabajó para dar a ese país una nueva Constitución
Hispanidad ya ha publicado que la propuesta del nuevo gobierno chileno de Gabriel Boric, abanderado del Frente Amplio y el Partido Comunista, promete la incorporación de una perspectiva feminista transversal, la implementación de políticas como el “aborto legal, libre, seguro y gratuito” y modificaciones a la ley de identidad de género, o sea, la ideología de género. Es decir, que la nueva revolución marxista, perpetrada en nombre de la ideología de genero ya ha conquistado lo que fue uno de los países más europeos de América.
En ese contexto, en este momento, en Chile, una Convención Constitucional --compuesta por 154 miembros-- trabaja para dar a ese país una nueva Constitución, que deberá ser ratificada en referéndum.
Y las noticias que llegan de la propuesta del articulado son inquietantes desde el punto de vista del respeto a la ley natural.
Así, por ejemplo, el pleno de la Convención Constitucional ha aprobado el artículo sobre derechos sexuales y reproductivos que consagra el aborto y la imposición de la ideología de género, recoge Infocatólica.
En concreto, el texto garantiza que «todas las personas son titulares de derechos sexuales y derechos reproductivos. Estos comprenden, entre otros, el derecho a decidir de forma libre, autónoma e informada sobre el propio cuerpo, sobre el ejercicio de la sexualidad, la reproducción, el placer y la anticoncepción».
El texto garantiza que «todas las personas son titulares de derechos sexuales y derechos reproductivos. Estos comprenden, entre otros, el derecho a decidir de forma libre, autónoma e informada sobre el propio cuerpo, sobre el ejercicio de la sexualidad, la reproducción, el placer y la anticoncepción»
Igualmente se indica: «El Estado garantiza el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos sin discriminación, con enfoque de género, inclusión y pertinencia cultural (...) asegurando a todas las mujeres y personas con capacidad de gestar, las condiciones para un embarazo, una interrupción voluntaria del embarazo, parto y maternidad voluntarios y protegidos».
También se confirmó la aprobación del artículo 23 sobre el derecho a la vida, pero se rechazaron las indicaciones 21, 26 y 27 que buscaban incluir el derecho a la vida del no nacido.
El artículo agrega además que se "garantiza su ejercicio libre de violencias y de interferencias por parte de terceros, ya sean individuos o instituciones”.
Así que, tal y como queda redactado el texto, será muy difícil que se logre mantener la objeción de conciencia por parte del personal sanitario, a menos que quede explícitamente recogido en la redacción final, destaca Infocatólica.
Es decir, que si los chilenos votan a favor de dicha Constitución, Chile se convertirá en uno de los países más abortistas y pro-LGTBI del mundo.
Con el Papa Francisco volvemos a decir: «si la dignidad de la persona humana no queda a salvo y, por el contrario, consideramos a algunos menos valiosos o descartables, no hay futuro ni para la fraternidad ni para la sobrevivencia de la humanidad
Tanto es así que Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile (CECh) ha publicado el siguiente comunicado:
Ante aprobación de aborto en Convención Constitucional
1. El pleno de la Convención Constitucional aprobó ayer martes 15 de marzo, una norma sobre derechos sexuales y reproductivos que quedó en situación de ser incorporada al texto constitucional. Dicha norma establece que el Estado debe asegurar a todas las mujeres y personas con capacidad de gestar, entre otras cosas, «las condiciones para (…) una interrupción voluntaria del embarazo». Es necesario señalar que esta norma, por sí misma, es un gravísimo atentado a la dignidad de la persona humana y sus derechos fundamentales, más allá de cualquier concepción religiosa. Además, no se establecen condicionamientos ni limitaciones a este derecho, ni se da un mandato al legislador para que lo regule por una ley, con lo cual queda abierto el camino para permitir el aborto a todo evento. Establecido el aborto como un derecho constitucional sin ninguna restricción, cualquier ley que pretenda regularlo puede ser declarada inconstitucional. De esta manera, podría darse el caso que fueran abortadas creaturas incluso de siete u ocho meses o a punto de nacer.
2. Es evidente que una norma de tal naturaleza constituye un hecho de la máxima gravedad. La Convención afirma un derecho a decidir en forma libre y autónoma sobre el propio cuerpo, pero olvida y silencia del todo que en el vientre de quien está embarazada hay un segundo cuerpo, otro ser humano, que para quienes aprobaron la norma simplemente no existe.
Agradecemos a quienes en la Convención se han opuesto a esta norma, pero lamentablemente, como lo hemos sostenido en reiteradas oportunidades, se ha ido imponiendo en el país una mentalidad contraria a la vida de la persona ya concebida. Por eso llamamos a los chilenos a ser conscientes de esta triste dinámica, que tiene como corolario inaudito la incorporación del aborto libre nada menos que como un derecho constitucional. Con el Papa Francisco volvemos a decir: «si la dignidad de la persona humana no queda a salvo y, por el contrario, consideramos a algunos menos valiosos o descartables, no hay futuro ni para la fraternidad ni para la sobrevivencia de la humanidad» (cf. Papa Francisco, Fratelli Tutti, 107).
3. Una Constitución Política con una norma sobre aborto libre no podrá ser sentida y asumida como propia por muchos chilenos, entre ellos muchas personas que profesamos una fe religiosa, pues el respeto a la vida humana desde la concepción no es algo secundario o cuya consideración sea optativa, sino un valor fundamental que afirmamos apoyados en la razón y la fe. De no cambiar esta decisión, la Convención Constitucional pone un obstáculo insalvable para que muchos ciudadanos den su aprobación al texto constitucional que se está elaborando. Lamentamos que la mayoría de los convencionales estén optando por polarizar el proceso constitucional con un tema tan significativo, en vez de ofrecer una propuesta en la que la mayor parte de los chilenos podamos reconocernos, más allá de nuestras legítimas diferencias, en torno a un proyecto compartido.