Hace unos dos años el Hospicio Irene Thomas ubicado en Delta (Columbia Británica, Canadá) cerró sus puertas por negarse a practicar la eutanasia. La organización benéfica de la que dependía, Delta Hospice Society, se negó a ofrecer la eutanasia a sus pacientes y, entonces, el Ministerio de Salud canadiense retiró los fondos públicos correspondientes, por lo que todo el personal tuvo que ser despedido.

Pese a la cacería por parte del Gobierno de Justin Trudeau, la presidenta de la Delta Hospice Society de Delta, Angelina Ireland continúa su lucha contra la eutanasia y está promocionando una nueva película contra la eutanasia, que ayude a concienciar sobre lo que Ireland denomina el "régimen depredador de suicidio asistido por médicos" del gobierno canadiense.

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En su lucha ahora cuenta con un nuevo apoyo, el del arzobispo Christian Lépine de Montreal que se ha enfrentado al fiscal general de Quebec para conseguir defender los derechos religiosos y de conciencia en relación con la eutanasia. 

Lépine ha presentado una apelación ante el Tribunal Superior de Quebec para detener la aplicación de una enmienda de 2023 a la Ley de ciudados paliativos al final de la vida. Esta enmienda prohíbe a los hospicios a excluir la eutanasia de sus servicios. 

El arzobispo argumenta que dicha enmienda interfiere con el ejercicio de la libertad religiosa y de conciencia, y que representa una apropación estatal de las propiedades eclesiásticas para propagar la eutanasia. 

Los abogados de la arquidiócesis advierten que, si su apelación fracasa, la Iglesia podría verse obligada a retirarse de la provisión de cuidados paliativos, ya que la eutanasia contradice directamente la enseñanza católica sobre la moralidad de la vida.