Pero, ¿quién es Ketanji Brown Jackson? Nació hace 51 años en la capital federal, Washington DC, si bien a la edad de cuatro años, su familia se trasladó a Miami, en Florida. Creció en un hogar acomodado, su padre llegó a ser letrado jefe de las Escuelas Públicas del condado de Miami-Dade y su madre fue directora de la prestigiosa escuela New World School of the Arts, especializada en artes escénicas y visuales, considerada como una de las mejores del país. Tras culminar su etapa escolar, ingresó en la Universidad de Harvard, donde cursaría primero estudios gubernamentales, y, con posterioridad, se graduó en Derecho. A los 26 años, contrajo matrimonio con el cirujano Patrick Graves Jackson, perteneciente a los denominados Boston Brahmins, integrados por las familias de la “élite bostoniana”, que incluye a las dinastías de mayor relevancia y honda raigambre de la histórica ciudad de Nueva Inglaterra.

Nada más graduarse, trabajó como asistente legal para diversos magistrados, entre los que destacó el magistrado del Tribunal Supremo, Stephen Breyer, del bloque progresista, a quien, precisamente, aspira a sustituir. Ejerció también en el sector privado, y con posterioridad, toda su carrera judicial ha transcurrido en cargos designados por presidentes demócratas. Durante la presidencia de Barack Obama, fue primero designada, en 2009, como vicepresidenta de la Comisión de Sentencias de los Estados Unidos, donde destacó por emitir directrices favorables a la reducción de penas en materia de drogas. En 2013, fue designada por Obama como Juez de la Corte de Distrito para el Distrito de Columbia, cargo que ocupó hasta 2017. En 2021, el actual presidente, Joe Biden, la nombró Juez de la Corte de Apelaciones para el Circuito del Distrito de Columbia, en sustitución de Merrick Garland, quien fuera fallido candidato de Barack Obama al Tribunal Supremo, y que, en la actualidad, es el fiscal general de Estados Unidos, en la Administración Biden.

Su carrera ha estado dedicada a la defensa del progresismo. Se trata de una notable defensora del aborto, llegando, en su etapa como letrada en el sector privado, a emitir una opinión en apoyo de los grupos feministas que defendían la ley del estado de Massachusetts, que prohíbe a los grupos provida protestar en la entrada de las clínicas abortistas.

También se ha erigido en defensora de las sindicatos, fallando en reiteradas ocasiones en contra de las órdenes de la Administración Trump, que facilitaban la flexibilización del mercado laboral.

Su carrera ha estado dedicada a la defensa del progresismo. Se trata de una notable defensora del aborto, llegando, en su etapa como letrada en el sector privado, a emitir una opinión en apoyo de los grupos feministas que defendían la ley del estado de Massachusetts, que prohíbe a los grupos provida protestar en la entrada de las clínicas abortistas

En el plano de la justicia criminal, ha sido una gran activista en materia de los derechos de los presos, asumiendo polémicas defensas de clientes acusados de cargos de terrorismo y, en general, ha sido una gran partidaria de la reducción de las penas de prisión.

Su actividad como abogada penalista ha sido uno de los episodios más polémicos, que ha generado tensión durante las audiencias. Así, el senador republicano por Carolina del Sur, Lindsey Graham, ha recordado algunos de los episodios más polémicos de la magistrada, dibujando su perfil radical y antisistema, y le ha preguntado por uno de los casos que asumió en el pasado como letrada, en el que acusó al gobierno de Estados Unidos de actuar como “criminales de guerra”. Brown Jackson afirmó no recordar tal acusación. Ante tal respuesta evasiva, el también senador republicano por Texas, John Cornyn, recordó que la magistrada había calificado de criminales de guerra al expresidente estadounidense George W. Bush y al ex secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.

Por su parte, el senador republicano por Misuri, Josh Hawley, ha puesto de manifiesto la laxitud de Brown Jackson a la hora de enjuiciar casos en materia de pornografía infantil. Al ser preguntada por el legislador si lamentaba su postura en estos casos, Brown Jackson, lejos de reconocer posibles errores, cargó contra el senador republicano y el resto de legisladores conservadores, afirmando que “lo que lamento es que en unas audiencias sobre mis cualificaciones para ser magistrada del Tribunal Supremo, hayamos pasado un montón de tiempo centrándonos en un pequeño subconjunto de mis sentencias”.

El perfil radical y antisistema de Brown Jackson revela que el movimiento marxista Black Lives Matter (BLM) tiene una influencia notable en la Administración Biden. La Casa Blanca ha negado la existencia presiones por parte de grupos izquierdistas para la nominación de la magistrada. Sin embargo, esta afirmación resulta cuestionable, cuando precisamente la nominación de Brown Jackson tiene lugar por la renuncia del magistrado Stephen Breyer, que fue presionado para retirarse, entre otros, por el lobby progresista Demand Justice. Se trata de un grupo que promueve la ideología de género y racial en el ámbito judicial. Lo dice su propia página web, donde se define así: “Estamos construyendo un movimiento progresista para restaurar el balance ideológico y la legitimidad de nuestas cortes federales, defendiendo una reforma judicial progresista y con jueces que representen la diversidad”.

El senador republicano por Misuri, Josh Hawley, ha puesto de manifiesto la laxitud de Brown Jackson a la hora de enjuiciar casos en materia de pornografía infantil. Esta, lejos de reconocer posibles errores, cargó contra este senador y el resto de legisladores conservadores

Este lobby lideró la campaña para forzar la retirada del juez progresista Breyer, el miembro de mayor edad del Alto Tribunal, por cuanto el temor de los demócratas era que, si Breyer no se retiraba ahora que un presidente demócrata podría designar a otro progresista para sustituirle, si falleciera dentro de unos años con un republicano en la Casa Blanca, supondría perder un decisivo voto en la Corte, como ocurrió con la sectaria Ruth Bader Ginsburg. Lo cierto es que Breyer manifestó que no pensaba retirarse y, de hecho, no tenía por qué hacerlo, dado que el cargo es vitalicio y, como ya contó Hispanidad, en una institución de tal calibre e historia como la Corte Suprema, deberían prevalecer sus más que centenarias reglas sobre el capricho del sectarismo progresista.

De confirmarse el nombramiento de Ketanji Brown Jackson, el presidente Biden pisa el acelerador para la reconquista progresista del Supremo… y BLM entrará en la máxima instancia judicial de la primera potencia mundial.