Se acaba la campaña. El debate de RTVE resultó muy pobre como todo debate con más de dos intervinientes (eran nueve). Es más, los candidatos de los dos grandes partidos -Teresa Ribera y Dolores Montserrat-  se contaron entre los más sosos de todos. 

Eso sí, hubo noticias inesperadas: por ejemplo, Irene Montero dio el cante. Esto es nuevo. Llamó racista al candidato de Vox: te llamo racista porque eres un racista -formidable argumento, a lo que Buxadé le respondió: te llamo suelta-violadores porque eran una suelta-violadora.

Irene Montero, que no quería significarse, insistió con aquel pacifismo que augura que hay que renunciar a las armas, momento en el que el 'ciudadano' Jordi Cañas, soltó aquello de que Irene Montero no habría participado en el desembarco en Normandia. En ese momento se oyó una voz de off que decía: "¿Qué desembarco?". Al parecer era el líder de Occidente, Joe Biden, pero no hemos podido confirmarlo. 

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Y entre en tanta polvareda se nos perdió don Beltrán. ¿Qué se puede hacer el domingo 9 en España? Pues me temo que un católico sólo puede votar a Vox... y con reparos. Sólo puede votar a Vox porque es el único que no violenta los principios no negociables para un católico en política, los explicitados por Benedicto XVI: vida, familia, libertad de enseñanza y bien común. 

Ahora bien, con reparos, porque en esta campaña han hablado más de migración que de, por ejemplo, familia.

¿Y qué pasa en el conjunto de Europa? Pues la esperanza radica en que los tópicos progres -ideología de género, aborto, ecología, inseguridad, subvenciones- cansan cada vez a más gente en todo el continente. En España, la cosa está peor, porque la mayor victoria propagandística del socialismo europeo PSOE ha sido igualar cristiano a ultra. Y a partir de ahí no puede suceder nada bueno.