Seguimos a vueltas con Sumar, ese delicuescente fenómeno presentado en sociedad por la vicepresidenta del Gobierno Sánchez, Yolanda Díaz, el pasado domingo 2.

Lo de menos es la ruptura con Podemos. Lo cierto es que el neocomunismo necesitaba un recambio para el fracasado Pablo Iglesias y se lo ha buscado en es mujer sincera que es Yolandísima, una mujer que es la historia de una ambición desmedida y poco sincera quien, "humildemente", aspira a todo sin entregar a cambio absolutamente nada, Bueno sí, su humildad.

Pedro Sánchez alienta a Sumar, para su operación de centro-radical: sabe que sólo ganará si se presenta ante los españoles como un estadista moderado y conquista el voto de centro: es decir, el voto de la incoherencia

Ahora bien, lo importante es lo que significa Sumar. De entrada, no es un partido político, es un movimiento nacional... porque Díaz sabe que no puede liderar un partido. Ahí siempre fracasará. Por eso se ha inventado lo del movimiento. Además, de esta forma la campaña electoral se la pagamos entre todos, al menos mientras conserve el puesto de vicepresidenta.

El problema es que un movimiento, además de su tendencia autocrática, tiene la obligación de contentar a muchos, también a muchos opuestos. El partido parte, renuncia aun trozo del espectro ideológico. El movimiento, por contra, no renuncia a ninguno.

El beneficiario de la puesta en escena de la ambiciosa Yolanda es... Sánchez. Y el problema de España no es Yolanda, es Sánchez

Y el socialista Pedro Sánchez alienta a Sumar para su operación de centro-radical. Las encuestas, bueno, salvo el CIS, aseguran que Sánchez sólo puede ganar si se presenta ante los españoles como un estadista moderado, si conquista el famoso voto de centro: es decir, el voto de la incoherencia, que no otra cosa es el centro-reformismo. Ahora mismo, lo que más molesta a Sánchez es que la gente piense es que es un radical, aliado de Bildu. Lo que le interesa es que se le contemple como un estadista europeo, capaz de contener al movimiento de Yolanda Díaz y las majaderías de Montero o Belarra pero marcando distancias entre su izquierda moderada y los excesos podemitas o sumatorios.

Sí, a Pedro Sánchez la irrupción de Sumar y la ambición de Yolanda le vienen de perlas. Y Díaz nunca llegará, humildemente, a La Moncloa.

No se engañen; cuanto más desunido este el voto a la izquierda del PSOE... mejor para Sánchez. Así podrá recaudar sufragios tanto entre la izquierda que no se fía de los visajes de Yolanda ni en el insufrible Pablo Iglesias, mientras se trabajado el centro-reformismo progre, el voto más incoherente y bobalicón de todos pero no ciertamente no escaso. 

Y el problema de España no es Yolanda, es Sánchez.