Este lunes, 12 de junio, han comenzado a hurgar en los osarios del Valle de Los Caídos. Es humanidad, asegura el ministro de Presidencia, Félix Bolaños.

En total, en Cuelgamuros, en dos osarios destrozados por el tiempo, la humedad y sobre todo, la solidificación de huesos de unos y otros, de republicanos y nacionales, es imposible saber dónde acaba el uno y empieza el otro. Se amontonan 34.000 cadáveres

Hay tres tipos de familiares de muertos presuntamente enterrados en el Valle de los Caídos:

  1. Los que quieren que les devuelvan los restos de sus familiares. Fueron los primeros en armarla en los juzgados así que son los primeros en ser buscados. Aproximadamente unos 60.
  2. Los que no quieren que se toquen los restos de sus seres queridos y así se lo han hecho saber al juez. Son cuatro veces más: 258.
  3. Los que reclaman los restos de sus seres queridos pero ni tan siquiera saben si están enterrados en Cuelgamuros.

¿El Vaticano no debería oponerse? Se trata de una profanación de cadáveres en un recinto sagrado, de desacralizar una basílica y de derribar o transformar el símbolo del cristiano, la Santa Cruz

¿No hubiera sido más lógico dejar en paz a los muertos y no dedicarse a profanar cadáveres? ¿Cómo contentar a los que reclaman los restos de sus familiares con los que no quieren que se toquen los restos de los suyos, siendo que unos huesos y otros están pegados y fundidos? Eso no hay ADN que lo arregle. ¿Cómo conciliar los anhelos de unos y de otros? ¿Y los de ambos con el tercer grupo, que ni tan siquiera sabe, si sus parientes están enterrador allí o en cualquier otro lugar de España? Esto ya es vesania. 

Va a ser una escabechina de huesos, decretada por el gran profanador, Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Porque será legal, pero no deja de ser una profanación de cadáveres. 

¿Qué así se van a cerrar heridas? Se van a abrir heridas que el tiempo había cerrado y que la propia motivación de Cuelgamuros había cerrado. 

Al tiempo, el profanador ya piensa en expulsar a los frailes y en desacralizar la basílica para convertirla en un parque temático sobre la memoria histórica de PSOE y Podemos, una memoria parcial e interesada.

Y finalmente, si pudiera, que espero no pueda, derribar la cruz más grande del mundo o quitarle los brazos para convertirla en un monolito masónico.

Por cierto, ¿el Vaticano no debería oponerse? Se trata de una profanación de cadáveres en un recinto sagrado, de desacralizar una basílica y de derribar o transformar el símbolo del cristiano, la Santa Cruz.