En Moncloa hablan de elecciones generales para la próxima primavera, cuando las encuestas certifiquen la remontada de un PSOE mortecino y la pérdida de apoyo popular de una derecha cainita, nuevamente en guerra consigo misma por el fenómeno Ayuso. Guerra muy a la vieja usanza del PP, un partido en el que no se piensa en imitar al tirunfador sino en derrocarlo. Lo de la derecha española no es soberbia, es envidia.

Ahora bien, si Pedro Sánchez está pensando en disolver las cámaras durante la próxima primavera no es sólo por la evolución demoscópica. Podría aguantar con estos sondeos hasta finales de 2023, incluso principios del 2024, pero lo que no puede esperar es la desastrosa situación de la economía española. 

Lo de la derecha española no es soberbia, es envidia

Desgraciadamente, no van a ser las cesiones morales o la unidad de la nación española las que decidan las elecciones sino la economía. Mira que el sanchismo es experto en mentiras, pero la más repetida de todos los embustes es esa de que la economía está en recuperación. Como recordábamos ayer, la economía española no va regular, va rematadamente mal.  Y recuerden que la mentira tiene las patas cortas. 

Lo que no admite espera es la desastrosa situación de la economía española

Además, con Iván Redondo, José Luis Ábalos y Carmen Calvo fuera de La Moncloa, Sánchez se ha encerrado con un grupo de fieles, entre los que destaca Félix Bolaños, ministro de Presidencia, un hombre que tiene fama de crear el caos a su alrededor: hombre de hielo al que no le tiembla el pulso cuando maneja la guillotina, pero incapaz de mantener más de una idea en su cabeza.

Los fondos europeos no van a ser inversión, sino gasto

En definitiva, no se asombren si Sánchez rompe su Gobierno de coalición con Podemos y vuelve, no a un Gobierno de coalición, pero sí a un acuerdo de legislatura con el PP. Es decir, prescindir de Podemos y volver al bipartidismo. Otra cosa es que Casado quiera: sólo si no puede formar Gobierno con Vox.

En pocas palabras, la economía no aguanta más. La leyenda de los fondos europeos no es que llegue con cuentagotas sino algo peor: no se van a emplear para la reindustrailización de España sino para otorgar subvenciones y crear voto cautivo. Los fondos europeos no van a ser inversión, sino gasto. Y esto, en previsión de una crisis de carestía, probablemente la primera crisis de carestía desde la posguerra mundial.