Los progres PedroSánchez y Netflix están unidos en iguales ‘valores’. Entre ellos: su cristofobia, la apuesta por cambiar la historia y la realidad, el apoyo y el impulso de la agenda LGTBI, el adoctrinamiento de niños, el blanqueamiento de ETA, el aborto... Y por supuesto, coinciden en que se les puede aplicar la famosa frase de Groucho Marx: “Estos son mis principios y si no les gustan tengo otros”.

Eso sí, cada uno por un objetivo. En el caso del presidente del Gobierno, el de permanecer en Moncloa a toda costa, sí o sí, a pesar de los numerosos escándalos de corrupción que están rodeando a su familia (su esposa BegoñaGómez; su hermano David), a sus antiguos ministros (entre ellos, José Luis Ábalos) y a su partido (PSOE). Y en el caso de la plataforma de streaming, está el objetivo de mantener el liderazgo... y seguir creciendo en suscriptores, a los que ya no tiene reparos en subir precios una vez que se ha hecho con una posición privilegiada en un sector donde la competencia no para de crecer, y para ello, no hace ascos a ningún tipo de contenido.

El martes 10, Sánchez engordó su lista de días sin comparecer ante los medios de comunicación con una visita a las instalaciones de Netflix en Tres Cantos (Madrid) para felicitarles por sus 10 años en España. Y esta plataforma, agradecida, ha anunciado que invertirá 1.000 millones de euros hasta 2028. Veremos. Y queda la duda de si recibirá algún tipo de ayudas públicas.

Volvamos a los ‘valores’ coincidentes. Tanto Sánchez como la plataforma de streaming (donde las riendas aún las ostenta su cofundador y activista woke Reed Hastings -quien el 19 de enero de 2023 pasó a presidente ejecutivo- y los dos CEOs -Ted Sarandos y Greg Peters-, no renuncian al último meneo ideológico del Nuevo Orden Mundial (NOM) y de la progresía: el movimiento woke. Y de hecho, Sánchez es amigo de uno de los impulsores de NOM y heredero de George Soros, Álex Soros. 

Ambos son cristófobos y no tienen reparos en ofender a los cristianos. Sánchez suele felicitar el Ramadán a los musulmanes, pero no hace lo mismo con la Pascua en el caso de los cristianos, ni siquiera en Navidad, donde prefiere decir Felices Fiestas en lugar de Feliz Navidad. En esto de la cristofobia, Netflix no tuvo reparos en señalar, en sede judicial, que uno de sus contenidos era ofensivo con los cristianos, pero no lo dejó de emitir y después le han seguido otros con esa misma tónica. 

En lo de la apuesta por cambiar la historia y la realidad, Sánchez lleva matrícula de honor. En primer lugar, por todo lo que tiene que ver con lo que considera memoria histórica (y ahora, malllamada memoria democrática), olvidando la gran persecución contra los católicos que cometieron comunistas y socialistas durante la Segunda República y la Guerra Civil; y en segundo lugar, por la batalla que ha emprendido contra todo lo que él considera desinformación y bulos. En el caso de Netflix, destaca que recientemente ha expandido la moda progre de modificar la realidad, pues en Reino Unido proyectará Adolescencia en las escuelas secundarias: esta serie reescribe un crimen cometido por un adolescente afrodescendiente, con un actor de raza blanca. Y ni Sánchez ni la plataforma hacen la más mínima autocrítica

 

Ni Sánchez ni Netflix han dejado de apoyar e impulsar al colectivo LGTBI, incluso con una agenda concreta. Y esto va bastante ligado al adoctrinamiento de niños (o "corrupción de menores", como lo ha denominado el líder de Vox, Santiago Abascal), que en el caso de Netflix se puede ver en demasiados contenidos, tristemente. 

Otro aspecto coincidente es el el blanqueamiento de la banda terrorista ETA. Sánchez insiste mucho en la memoria histórica-democrática para las víctimas del franquismo, pero no con las más de 800 víctimas de ETA y encima, ha empezado a soltar etarras a las calles y a ser generoso en sus permisos penitenciarios, a pesar de que no han pedido perdón ni, tan siquiera, han mostrado arrepentimiento. Netflix también ha contribuido al blanqueamiento de la banda terrorista ETA al incluir en su catálogo No me llame Ternera (documental de Jordi Évole donde entrevista al etarra Josu Ternera).

El Gobierno Sánchez ha apostado por las lenguas cooficiales (catalán, gallego y euskera) en el Senado, en el Congreso de los Diputados y hasta en la Conferencia de presidentes (su cita con los barones autonómicos), sin olvidar que el ministro Albares intenta que estas lenguas también se hablen en el Parlamento Europea. Y Netflix hace timpo que anunció que incorporaría series y películas en catalán, gallego y euskera… y seguirá blasfemando en todos los idiomas.

Y por supuesto, ni Sánchez ni Netflix son providas, sino defensores e impulsores del aborto. En el caso de la plataforma, cabe recordar que llegó a chantajear al Estado de Georgia (EEUU) con reconsiderar su "inversión completa" si entraba en vigor la ley que restringe el aborto... y es una de las multinacionales que financian abortos al pagar gastos de viaje a empleadas para abortar. Además, cabe recordar la propuesta de comerse un “feto en líquido amniótico”, el nuevo plato del cocinero Aduriz, que tenía apoyo del Gobierno Sánchez y de Netflix.