¿Por qué Puigdemont no ha sido extraditado a España? Porque España está dividida (nos duele lo que dijo el Papa Francisco, pero es cierto) y porque, pasando de lo genérico a lo concreto, Moncloa no presiona para que ‘Puchi’ responda ante los tribunales españoles. Moncloa está feliz con la no-resolución de tribunal italiano. Le preocupa mucho más mantener la Mesa de Diálogo, un artificio con el que ganar tiempo, que es, según Iván Redondo, primero, y ahora según su alumno, el mismo que le ha cesado por celos, un tal Pedro Sánchez, lo que va a solucionar la cuestión catalana: el paso del tiempo.

¿Qué cómo se presiona a un tribunal, nacional o europeo, desde un Gobierno? Creando un ambiente, naturalmente. Y Moncloa pretende, por la razón antedicha, crear el ambiente contrario: normalidad, pura normalidad, en las relaciones entre Madrid y Barcelona y si me orinan digo que llueve.

Para contrarrestar, en el día a día de Moncloa se ríen de la majaderías independentistas… y públicamente les respetan tanto como necesiten sus votos, mientras arremeten contra el PP, que es el malo, malísimo, de toda la obra.

En cualquier caso, Cerdeña se ha quitado a Puchi de encima y lo ha remitido a los tribunales europeos, de los que ningún español con dos dedos de frente se fía demasiado porque aún hay algo peor que una justicia corrupta: una justicia adolescente en un ambiente progresista. Eso es, precisamente la justicia paneuropea actual.

En cualquier caso, don Carles Puigdemont protaganizó el lunes una señera rueda de prensa… que no debió ser retransmitida por RTVE, en vivo y en directo. No era más que una puesta en escena en la que Puigdemont intentó ocultar su cobardía. Resultado: Italia tampoco quiere extraditar a España a Puigdemont. Y en Moncloa respetan las decisiones judiciales, claro que sí. Por respetar, respetan hasta las no-decisiones.

Ahora bien, Puchi sangra por la herida, sangra por su cobardía. No es más que un prófugo que se fugó a Bélgica para huir de la justicia española: “¡Qué fugados más raros!”, asegura el expresident. No, Carles, qué fugados más pusilánimes. Otros se quedaron para responder de sus actos. Por eso, Oriol Junqueras, tu exvicepresidente, merece más respeto que tú.

Ocultar la cobardía de Puchi y otros compañeros ‘mártires’ fue el eje de la rueda de prensa. El único país que le reclama es España, repiten sus abogados, como demostración fehaciente de que estamos ante una persecución política. Claro, campeón, es que fue el único país donde delinquió.

Todo lo que ocurre es eso: que otros dieron la cara mientras Puchi se marchaba con el rabo entre las piernas. Los unos pueden pasar por héroes, por cuanto asumieron la responsabilidad por sus actos y les costó la prisión. Pero los otros, los de Puchi, simplemente pasan por cobardes. Y la cobardía es algo duro de recordar, duro de vivir, duro de programar. Y encima, no cuela.