Al rebufo de los incendios forestales sufridos en España, se ha hablado en distintos círculos políticos y en algunos medios de comunicación, del distanciamiento entre Felipe VI y Pedro Sánchez.
Una lejanía que se concreta en que rara vez, en los últimos meses, el hombre de Zarzuela coincide con el hombre de Moncloa. Ahora bien, lo que quizá haya que matizar es que ahora es la Casa del rey quien no quiere tener demasiados contactos, sobre todo ante las cámaras de TV, con el presidente del gobierno.
Esto es así, porque Felipe VI solo espera la caída de Pedro Sánchez. Como buena parte del país, porque le considera un personaje agotado de puertas adentro y también en el exterior... y porque le ha hecho muchas y ninguna buena.
Felipe VI ahora es un rey a la inglesa: un mero escaparate, algo que no fue su padre, Juan Carlos I, quien, con todos sus fallos, dirigió la Transición de 1978 y on éxito
El viaje de Sánchez a Andorra se ha prestado a mucho pitorreo, pues ha recordado el caso Bettino Craxi, el primer ministro italiano que huyó a Túnez, acosado por la corrupción.
Pero insisto, ahora es Zarzuela quien prescinde de Moncloa. En la Casa del Rey se habla de 'normalizar' las relaciones. Es decir, que las relaciones entre la Jefatura del Estado y la del Gobierno se lleve "a la inglesa", donde no se suele pasar de una anodina reunión semanal.
Debemos recordar que la monarquía inglesa es mucho más rica que la española pero la Constitución de 1978 permite al soberano español un margen de maniobra político muy superior al de Carlos III.
Políticamente, que no económicamente, la monarquía británica es una monarquía de chiste comparada con la española, que dispone de un poder moderador muy superior a la inglesa... según la Constitución de 1978.
El lunes 1 de septiembre, ante una periodista dócil, en RTVE, Sánchez nos explicará que aquí no ha pasado nada y que la legislatura durará hasta 2027... o más allá
Ahora bien, la historia no empezó ayer y hay que recordar que Felipe VI se ha automutilado en ese poder moderador, sobre todo, tras las elecciones de 2023, donde encargó la formación de Gobierno a un señor que no tenía el menor reparo, lo había demostrado durante un lustro, en asegurar que iba a gobernar España gracias a todos los enemigos de España. Y así lo ha hecho.
Fue entonces cuando Felipe VI perdió buena parte de su apoyo popular. Ahora es un rey a la inglesa: un escaparate, algo que no fue su padre, Juan Carlos I, quien, con todos sus fallos, dirigió la Transición de 1978 y con éxito.
Felipe VI pretende ahora invertir su papel, pintar lo que pintaba su padre en el escenario político, ante el desastre Sanchez, en situación terminal, pero eso puede resultar complejo.
Además, Sánchez, en otros de sus periodos filofóbicos, prepara otra puesta en escena: el lunes 1 de septiembre, ante una periodista dócil, Pepa Bueno, en RTVE, Sánchez nos explicará que aquí no ha pasado nada y que la legislatura durará hasta 2027... o más allá. Al parecer, no se va.










