¿Estamos en peligro de guerra civil en España? Sí, y lo único que la evita es nuestro aburguesamiento: ya no vestimos alpargatas como en 1936, pero el sectarismo es el mismo.

Ha tenido que ser un expresidente del PSOE, Felipe González, quien lo denuncie, aunque lo ha hecho sin pronunciar la palabra maldita. El pasado miércoles 24, el hombre que más tiempo ha permanecido como presidente del Gobierno en la democracia española, socialista, recriminaba al Sanchismo la poca "sabiduría" y el "rencor" que dejaba entrever la impugnación de la Ley de Amnistía de 1977. Es decir, la concordia entre españoles tras la II República, la Guerra Civil y el Franquismo.

Los neocomunistas de Podemos y los separatistas vascos y catalanes, han perdido apoyo popular pero chantajean a Sánchez desde dentro

Ante la acometida del neo-comunismo, Moncloa, una vez más, se escurrió por la tangente: no desautorizó a sus socios podemitas de gobierno ni a sus colaboradores separatistas. Simplemente templará gaitas para mantener su Ejecutivo Frankenstein y para sostener en pie la única imagen que el decadente Occidente acepta en un dirigente occidental: la moderación de la corbata. Sánchez lleva corbata, y por muchas barbaridades que diga y haga -casi todos los días- las pronuncia con corbata y en voz baja. Aún no logra sonreír ni haciendo ni diciendo, pero lo intenta. Sánchez es un ultra en contenidos y un moderado en las formas.

En resumen, un socialista acusa al actual gobierno socio-comunista, a su propio compañero Pedro Sánchez, de resentimiento guerracivilista. Y el resentimiento es la característica clave de la extrema izquierda que hoy gobierna España.

El presidente del Gobierno también es prisionero de su ultrafeminismo postizo: ahora las feministas quieren sustituirle. Lógico

Sí, la situación política actual de España, desde la moción de censura frentepopulista de mayo de 2018 puede resumirse así: Sánchez nos arrastra al guerracivilismo por entronizar a los ultra de izquierda, que son minoría pero también son los que le mantienen en la Presidencia... que es el único sitio en el que don Pedro quiere estar.

Al tiempo, los neocomunistas de Podemos y los separatistas vascos y catalanes, tanto proletarios como burgueses, han perdido apoyo popular -sobre todo los podemitas- pero chantajean a Sánchez desde el propio Gobierno. Y no nos engañemos: Sánchez es un ególatra. España le importa un pimiento mientras él siga siendo su presidente.

Pedro Sánchez es un ególatra. El futuro de España le importa un pimiento mientras él siga siendo su presidente

Además, el hombre de La Moncloa es prisionero de su ultrafeminismo postizo: ahora las feministas quieren sustituirle por una mujer, a ser posible no binaria. Lógico.

Sí, España vive en guerra civil no declarada. Los neocomunistas de Podemos ya no matan curas por las calles: ahora prefieren asfixiar al adversario desde el poder. Es la revolución desde arriba según los métodos de don Antonio Gramsci. Así no te juegas la vida.

Apostilla. Sorprende, también, que sea González quien denuncie la impugnación de la Transición mientras el Rey Felipe VI permanece, una vez más, en silencio.