Que Alberto Núñez Feijóo es un tibio en materia de defensa del derecho a la vida, el primero de todos los derechos humanos, ya era conocido por todos. Pero el día en que se quitó la careta, es decir, cuando, tras el vomitivo fallo del Tribunal Constitucional (TC), la tibieza se ha convertido en puritito ridículo. El martes el presidente del PP no respondía a la muy lógica pregunta de si considera el aborto un derecho o no. Emplazó a los periodistas para el miércoles 15... y entonces, la montaña parió un ratón: resulta que el aborto no es un derecho fundamental, porque no figura en la Declaración de los Derechos del Hombre, pero sí es un derecho de la mujer según las leyes de su país. ¡Prrrrrrrrr!

¿Derecho de una madre a matar a su propio hijo en su propio seno? Sí, de eso estamos hablando. 

Con toda razón, el PSOE le ha puesto contra las cuerdas. El PP confunde lo legal con lo moral, la ley con la justicia y la gimnasia con la magnesia. ¿Derecho de una madre a matar a su propio hijo en su propio seno? Sí, de eso estamos hablando. 

Las consecuencias han sido dos: una fortísima división en el Partido Popular, donde hay gente que si no tiene conciencia, al menos tiene cerebro y si no tiene cerebro, al menos tiene estómago. La segunda consecuencia es que muchos votantes del PP, sin ser grandes defensores de la vida, no están dispuestos a tragar con tamaña desfachatez. Ahora resulta que el PP va a ser el partido más abortero de todos. Con su postura tibia todavía había muchos lectores que se dejaban engañar, pero ahora...