Yo respeto mucho la libertad de expresión pero esta vez va a ser la última vez que habla usted en la Comisión de Hacienda del Congreso de los Diputados sobre esas cosas. Este es el resumen del mensaje que el pepero Eloy Suárez lanzó el pasado martes al voxero Rodrigo Jiménez. Ya saben: se puede decir de todo pero hay cosas que no se pueden decir.

Si quieren conocer las palabras exactas no dejen de ver, a partir del minuto 56, lo que entiende la progresía, ojo, de izquierdas y de derechas -que la intervención del portavoz del PP también se las trae- por libertad de expresión.

Insisto, la libertad progre de “se puede decir de todo pero hay cosas que no se pueden decir”.

Lo que ocurrió en la Carrera de San Jerónimo fue algo muy sencillo: en cuanto el diputado Jiménez mencionó el nombre de Dios, sus señorías, de izquierdas y de derechas, se revolvieron en sus asientos contra el intruso.

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Lo peor: el demonio debía andar suelto el martes 10 de mayo porque la inquina contra el diputado Jiménez de todos los grupos, sin excepción, no fue en defensa del llamado derecho al aborto, un asunto... asimismo un pelín demoníaco. Si bien es cierto que a sus señorías, políticamente correctas, de izquierdas y de derechas, les excitó el recordatorio de Jiménez sobre aquella madre pobre que huyó de un Samur que le presionaba para que abortara a su hijo y se refugió en la Fundación Madrina, que le ayudó a ser madre y a criar a su hijo, la misma fundación a la que el muy católico exalumno del colegio Retamar, el pepero José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid, ha retirado la subvención para que el voto de la comecuras Marta Higueras le permitiera seguir en el poder.

No, creo sinceramente que lo que irritó sobremanera a sus señorías hasta el insulto fue que Jiménez osara citar a Dios en el Congreso. En una comisión parlamentaria tan seria y elevada como la de Hacienda no se habla de esas cosas tan menudas. Y así, la enloquecida portavoz del PSOE acusa a Jiménez de delitos de odio -¡cuánta originalidad!-, mientras el podemita de turno confunde la gimnasia con la magnesia, o el representante del majadero Miguel Ángel Revilla, mi paisano lameculos, del mismísimo trasero de Sánchez, José María Mazón, hable de “homilía”. Es graciosísimo, yo es que me mondo.

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En resumen, que el demonio anda suelto en el Congreso: allí se puede hablar de todo menos de Cristo. Del amor de Dios mejor ni hablar. Son palabras tabú, asuntos ofensivos para los delicados oídos de Sus Señorías.

El pepero Eloy Suárez censura al diputado de Vox Rodrigo Jiménez: se atrevió a hablar del amor de Dios. Eso no se hace en el templo de la democracia.

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