Consejo de Ministros del martes 4 de noviembre: Pilar Alegría, Mónica García y la insondable, inigualable, inimitable y única vicepresidenta Yolanda Díaz salen a escena. Nada menos que Pili, Moni y Yoli: la cosa promete.

Empecemos por el final: Pilar Alegría nos explica que el último informe de la UCO acredita, "sin lugar a la menor duda", que el ministro Angel Víctor Torres es más inocente que un niño de pecho, como se demuestra en el Informe de la UCO... que le pone como no digan dueñas y demuestra justamente lo contrario: que es un ministro ligeramente masoncete y potencialmente corrupto. Bueno la verdad es que lo primero tira a evidente y no lo dice la UCO, lo digo yo. Lo segundo tampoco lo dice la UCO porque la Guardia Civil no concluye: sólo lo demuestra. Pero según Pili, miren por dónde, dice que no es corrupto. 

Pero ahí está la gracia y el salero, que Pili Alegría asegura que le informe de la UCO demuestra justamente lo contrario: un dechado de inocencia y honradez es nuestro buen canario. Sólo le faltó añadir, como ha dicho Koldo, que Torres es aún mejor persona que ministro. Pero eso ya sería demasiado añadir para Pili porque allí delante tiene demasiados ejemplos de periodistas que le han tratado y son conscientes de la baba que se gasta el canario.

En cualquier caso, esto es Sanchismo en estado puro: no digas algo distinto a la verdad: di justamente lo contrario de la verdad. Y ni te inmutes. El éxito vendrá por sí solo.

Luego viene Moni, una mujer que nos presenta como noticia que ya queda menos, una semana menos, para que pueda meterle un contencioso a un tal Moreno Bonilla y a un tal Isabel Ayuso, a la que conoce de vista, por no entregar las lista de médicos objetores al aborto. 

Lo de Ángel Torres es Sanchismo en estado puro: no digas algo distinto a la verdad, di justamente lo contrario de la verdad. Y ni te inmutes. El éxito vendrá por sí solo

Todo esto es demasiado estúpido para explicarlo pero sólo recuerden que la lista objetores era algo que cuando llegó el aborto a España, exigía, precisamente, el movimiento provida para demostrar que los médicos se negaban a abortar... quizás porque no cursaron su carrera para matar sino para evitar la muerte. 

Ahora es al revés: resulta que las listas de médicos objetores las exigen los aborteros, para señalar a los médicos provida. La verdad es que, si yo fuera médico, me encantaría que me señalan como provida pero el problema es ese: que en 1985, la profesión médica no había degenerado tanto como en 2025. 

Luego aparece en escena Yolanda Díaz que a mí siempre me recuerda el viejo adagio: prefiero el malo al tonto, porque el malo descansa. La señora vicepresidente nos explica, en su cuarto aniversario, otro momento histórico, el rotundo éxito de la reforma laboral, que, por pura casualidad, es la suya, que ahora cumple cuatro años.

Éxito demostrable por las cifras de empleo conocidas hoy, otro éxito rotundo de Yoli, la triunfadora. Atención, somos el país contratador de Europa, el país colocador. 

No lo dudo: y aún así, al mismo tiempo que batimos récords de contratos y de afiliación a la Seguridad Social... seguimos siendo el país con más paro de todo Occidente. Un éxito: a ver si resulta que Yoli crea contratos pero no crea empleo.  

La gente se va a la sanidad privada porque en la pública le atienden fatal y con mucho retraso. Pero es verdad que cuando tiene, no algo grave, sino una enfermedad duradera, por ejemplo, un cáncer, prefiere ir a la pública porque allí le pueden atender durante meses o años sin cobrarle extras

De postre, otra victoria histórica de Yolanda: nueva legalidad sobre becarios, que tienen sus derechos, claro que sí. Más obligaciones para la empresa, más carestía y un jaleo burocrático que exige un departamento extra para cubrir los requisitos legales o bien contratar una gestoría externa. ¿Qué hará el empresario? Pues contratar cuantos menos becarios mejor. Eso sí, Yoli seguirá creando contratos, que no empleo.

Con lo fácil que sería aplicar las tres reglas de oro de un mercado laboral justo: Despido libre, impuestos bajos, salarios dignos. Pero para eso, claro está, no hay que pensar como una comunista, convencida de que los empresarios no son gente que cree empleo, sino criaturas horrendas dedicadas a expoliar a sus semejantes.

Y nos queda Moni, una ministra que hacer, no es que haga mucho, pero todo lo hace para demostrar que hay una persona en el mundo que no merece vivir: una tal Isabel Díaz Ayuso a quien desconozco la razón, no guarda un especial cariño. Bueno y ahora tampoco a Moreno Bonilla. Moni no ejerce de ministra de Sanidad. En primer lugar porque es médico, pero apenas ha ejercido, lleva mucho tiempo en política. Pero también porque asegura que las competencias sobre Sanidad las tienen las comunidades autónomas así que ella sólo puede "garantizar la sanidad pública": ¡Toma ya! 

Pero lo mejor viene con la pregunta de un plumífero, que creo no iba con mala intención: "Oiga ministra, que por qué está creciendo tanto la sanidad privada".

Y Moni se lía. Ojo a la explicación que no tiene desperdicio: la sanidad privada sube porque hay gente, como Ayuso Y Moreno Bonilla, sin ir más lejos, prisioneros de la ultra derecha, como creo haber dicho antes, que denigran a la sanidad pública y luego le dan millones a Quirón. No añadió... y al novio de Ayuso, pero le faltó el pelo una gamba. Pero ojo, concluyó Moni, cuando tiene algo grave vienen a la pública.

A lo mejor podía haber dicho esto otro: la gente se va a la sanidad privada porque en la pública le atienden fatal y con mucho retraso. Pero es verdad que cuando tiene, no algo grave, sino una enfermedad duradera, por ejemplo un cáncer, prefiere ir a la pública porque allí le pueden atender durante meses o años sin cobrarle un euro. 

Y esto tendría una espléndida solución que, por cierto, sólo se lo he visto a Vox: el cheque sanitario. Tú le pagas a cada español el coste de su atención médica y que él decida si quiere ir a la sanidad pública o la privada: ¡verás cómo nos reímos!